miércoles, 5 de mayo de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¡MUCHO CUIDADO CON UN CORAZÓN HOSTIL!


Un texto precioso en el cual meditar para iniciar la semana, necesitamos un corazón piadoso que no caiga fácilmente en las provocaciones y problemas del diario vivir.

Saludos y bendiciones

José Luis

---------------------------------


¡Mucho cuidado con un corazón hostil! 


Proverbios 29:11.“El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio conteniéndose la apacigua.”


El Dr. Redford Williams, experto en estrés del Centro de Investigaciones de Medicina de la Conducta, de la Universidad de Duke, declaró en una conferencia médica que una personalidad hostil nos puede matar, la mayoría de las veces por enfermedades del corazón, pero también por lesiones y accidentes. La ira aumenta el nivel de adrenalina, lo cual acelera los latidos del corazón, eleva la presión sanguínea, y afecta las arterias coronarias. La ira también lleva a las personas a actuar de forma irracional, lo cual no harían en un estado de calma y sosiego. La hostilidad y agresividad no solamente son obstáculos para una vida de paz y felicidad, sino que son elementos que pueden acortar la vida. “¡Mucho cuidado con un corazón hostil!”, advirtió el Dr. Williams.



Algunas señales de un corazón hostil son la impaciencia ante los retrasos, reacciones agresivas en el tráfico (ya sea con los que manejan muy lento o con los que manejan muy rápido), fastidio o falta de tolerancia por los hábitos de familiares y amigos, la falta de confianza a los compañeros de trabajo, o una persistente necesidad de decir la última palabra en las discusiones, o lo que es aún peor, deseo de vengarnos cuando alguien nos ofende o nos hace daño.



Más de ochocientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el sabio Salomón escribió el pasaje de hoy, en el cual afirma que aquel que da rienda suelta a su ira es un necio, mientras que el que es sabio, se contiene y apacigua su ira. También en Proverbios 4:20-24, Salomón nos dejó este consejo: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.” ¡Cuánta sabiduría encierran estas palabras! Todo aquel que las guarda en medio de su corazón, dice este pasaje, está recibiendo vida e inyectando “medicina a todo su cuerpo.”Y enfatiza sobretodo en el cuidado del corazón: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”



La importancia del cuidado del corazón va mucho más allá de las consecuencias físicas. En Lucas 6:45, Jesús se refiere al aspecto espiritual cuando dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Y en Marcos 7:21-23 declara: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” ¡Cuán importante es el estado de nuestro corazón! De su contenido dependen nuestras acciones, las palabras que salen por nuestras bocas, nuestra felicidad o nuestra desgracia y la de los que nos rodean, y hasta nuestra vida. Si tienes un corazón hostil, es necesario cambiarlo. 



Ahora bien, sólo Dios puede cambiar un corazón. En Ezequiel 36:26, Dios habla a su pueblo a través del profeta, y les dice:“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” La transformación de un corazón hostil comienza cuando escuchamos a Dios, meditamos en su Palabra, y permitimos que el Espíritu Santo haga su obra de transformación interior alterando nuestra conducta y nuestra manera de hablar y de actuar. Esta debe ser nuestra constante oración, así como el rey David, sinceramente arrepentido, clamó a Dios desesperadamente diciendo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmo 51:10).



ORACIÓN: Padre celestial, confieso delante de ti que estoy harto de mis reacciones agresivas, de mi impaciencia, de mi falta de tolerancia y de mi hostilidad hacia los demás. Por favor, llena mi corazón de tu paz y de tu gozo de manera que lo que yo hable o la forma en que actúe siempre glorifique tu nombre. Reprende de mí todo espíritu de ira y agresividad, y pon en mí el carácter de Cristo, quien es manso y humilde de corazón. En el nombre de Jesús, Amén.

Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

No hay comentarios: