jueves, 10 de junio de 2010

ARTÍCULOS DE EXÉGESIS BÍBLICA: ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA, SEGÚN EFESIOS 1:3-14

ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA 
SEGÚN EFESIOS 1:3-14
Por Dr. Yattenciy Bonilla, Phd en filosofía. Exégeta bíblico. Profesor, escritor y conferencista.

Introducción.
En el capítulo 1, los versículos 3 al 14 de la Carta a los Efesios, Pablo desarrolla brevemente el origen divino de la Iglesia como una comunidad transformada y transformadora en todos los horizontes de la vida humana e inclusive, de la creación. En estos versículos Pablo describe la esencia de la Iglesia desde sus orígenes como consecuencia del amor de Dios.

VERSÍCULO 3:
Eujloghto;~ oJ qeo;~ kai; path;r tou`  kurivou hJmw`n  jIhsou` Cristou`, oJ eujloghvsa~ hJma`~ ejn pavshæ eujlogivaæ pneumatikhæ` ejn toi`~ ejpouranivoi~ ejn Cristw`æ

El versículo 3 comienza con un adjetivo calificativo que describe una cualidad esencial de Dios, «bendito», con el término eujloghto;~, dicho adjetivo se forma de un prefijo, eu, que en la lengua griega significa «felicidad que supera las barreras del dolor y de la muerte», o sea que «bendito» (eujloghto;~), encierra una dicha, un gozo que abarca toda la realidad humana, y este «bendito» está calificando a Dios como Padre y se convierte también característica en la persona de Jesucristo como canal e instrumento de bendición cuando se usa el verbo eujloghvsa~, que está en voz activa, tiempo aoristo, poniendo como fuente de acción de dicho verbo a Dios a través de Jesucristo.  La que recibe dicha bendición es la Iglesia a través del pronombre personal en primera persona, «nosotros» (hJma`~), pero esta bendición se da primero en el cielo para luego concretarse en la tierra. 

En el griego del Nuevo Testamento, el adjetivo eujloghto;~ se aplica siempre a Dios, mientras que el término eujloghvmeno~ se usa para las criaturas. 

Conclusión Pastoral del versículo 3.
1. La Iglesia proviene de la bendición de Dios, pues el ser Bendito es característica de su ser; debe estar identificada con la dicha y el gozo que abarcan toda la realidad de Dios y como consecuencia, debe ser el ideal para las criaturas. 

2. La Iglesia debe ser la forjadora de toda bendición (felicidad) que conlleve al hombre a su propia autorealización personal, espiritual y social.

VERSÍCULO 4:
kaqw;~ ejxelevxato hJma`~ ejn aujtw`æ pro; katabolh`~ kovsmou ei\nai hJma`~ aJgivou~ kai; ajmwvmou~ katenwvpion aujtou` ejn ajgavphæ

En el versículo 4 se usa el verbo ejxelevxato, que deriva de ejklevgomai, y de kalevw.  De estos dos verbos se forma el adjetivo calificativo klhtov~, que se encuentra en Romanos 1:1 y también en 1 Corintios 1:1, y se traduce como «llamado».  Este adjetivo designa la iniciativa divina en apartar a alguien para su servicio, por eso Pablo lo usa para fundamentar el origen divino de su apostolado, o sea que el verbo ejxelevxato describe que los creyentes que forman la Iglesia son una comunidad de santos convocados por la iniciativa divina antes de la fundación del mundo para vivir la santidad delante de Dios en amor.  El término ejn ajgavphæ es una expresión en caso dativo, pero no como complemento indirecto de lugar (locativo), sino como un complemento de identidad.  El sustantivo que se usa es ajgaphv, y la mejor definición del término es «morir al yo para fundamentar al otro», y conlleva la idea del sacrificio que mueve la voluntad, o sea que el amor ajgaph, más que un sentimiento, es una decisión para actuar a favor del otro. 

La idea del versículo 4 es confirmar que nuestra elección y vocación cristiana provienen del amor de Dios.

Conclusión Pastoral del versículo 4. 
Un segundo principio importante en cuanto al origen de la Iglesia es que proviene del amor de Dios, por lo tanto, debe reproducir ese amor de autoentrega viviendo la condición de ser una Iglesia para los demás y en los demás, siendo  sierva y sacrificada.

VERSÍCULO 5:
proorivsa~ hJma`~ eij~ uiJoqesivan dia;  jIhsou` Cristou` eij~ aujtovn, kata; th;n eujdokivan tou` qelhvmato~ aujtou`

El versículo 5 comienza con un verbo en aoristo, proorivsa~, que tiene varias traducciones; algunas versiones lo traducen como «predestinados», pero según el griego koiné del Nuevo Testamento se entiende como una decisión de Dios desde el principio que da como consecuencia un llamado, un apartarnos para ser hijos de Dios a través de Jesucristo; esto complace a la voluntad de Dios.

Conclusión Pastoral del versículo 5.
1. El versículo 5 nos habla de una meta, el porqué formamos una Iglesia en nuestra condición de hijos.  El término que se usa en griego para decir hijos adoptivos es uiJoqesivan, que viene del sustantivo uiJo;~, que en la mayoría de los casos en el Nuevo Testamento se usa para referirse a Jesucristo como Hijo de Dios. Cuando se habla de los hombres como hijos, algunas veces se usa el tevknon, este sustantivo neutro da el énfasis de fecundación, mientras que uiJo;~ también puede significar «alguien que comparte una relación especial con otro o bien que es igual a alguien en algo», también significa «discípulo o seguidor».[1]

2. El versículo 5 pone a los creyentes en la condición de uiJo;~, o sea que somos coherederos junto con Cristo para recibir la tierra como herencia y gobernarla de acuerdo a la voluntad de Dios. 

3. La Iglesia tiene la tarea, como hijos adoptivos, de enseñar a que los hombres administren la creación con responsabilidad, para la gloria de Dios y la construcción de la humanidad.

VERSÍCULO 6:
eij~ e[painon dovxh~ th`~ cavrito~ aujtou` h|~ ejcarivtwsen hJma`~ ejn tw`æ hjgaphmevnwæ.

El versículo 6 inicia con una expresión en caso acusativo (complemento directo), que es eij~ e[painon, este término se usaba en la Iglesia primitiva en un sentido de liturgia, de festejo, porque significa «alabanza», pero esta alabanza se explica con dos sustantivos en caso genitivo: El primer sustantivo es dovxh~, que se traduce literalmente «de la gloria»; este término hay que entenderlo como «majestad», «grandeza», que es característica de Dios, pero no se puede entender el versículo 6 sin el 5, porque en este último se habla de los hijos adoptivos que tienen como objeto ser ellos mismos alabanza, festejo de la gloria. 

La Iglesia aparte de nacer del amor de Dios tiene su origen en la gloria de Dios, pero esa gloria pertenece a otro genitivo (absoluto) y es th`~ cavrito~, que traduce «de la gracia».  El término cavri~es un don inmerecido y se expresa cuando el creyente vive la vida de Dios en Jesucristo.  La gloria de Dios no hay que entenderla como la «vanidad de Dios» que disfruta de su propia perfección a través de su poder, sino que esta gloria pertenece a Su gracia, se fundamenta en la misericordia, y en la capacidad de amar a través del servicio y el sacrificio; como consecuencia de esto Dios ha hecho al hombre grato en Jesucristo, que es el signo perfecto del amor ajgaphv.  Esta expresión de hacer grato al hombre viene del griego ejcarivtwsen, que es un verbo en aoristo que proviene del verbo cariste;w, que significa la capacidad de vivir la vida de Dios en Jesucristo, es decir que Dios ha dado al hombre la herencia más grande de ser agraciado, de vivir la condición de hijo de Dios en la persona de Jesucristo.

Conclusión Pastoral del versículo 6.
1. Este versículo tiene varias características importantes para la eclesiología, pero solamente nos detendremos en una de ellas:  que la Iglesia como comunidad de santos es la expresión de la gloria de Dios que se fundamenta en su misericordia y amor a través de la gracia. 

2. La Iglesia fue creada para reproducir la gloria de Dios, pero no como un acto de vanidad o de orgullo, sino como un acto de solidaridad y de entrega a la humanidad.  Cuando la Iglesia vive el servicio pleno, vive la gloria de Dios.

3. Muchas iglesias ven la gloria de Dios como una dimensión perfecta, absoluta, que no comparte con nadie y usa para fundamentar su «yo», pero Pablo presenta la gloria de Dios como consecuencia de su gracia y misericordia; gloria y amor se comunican entre sí en su naturaleza divina, y la Iglesia desarrolla la gloria cuando vive el amor.

VERSÍCULO 7:
ejn wæ| e[comen th;n ajpoluvtrwsin dia; tou` ai{mato~ aujtou`, th;n a[fesin tw`n paraptwmavtwn, kata; to; plou`to~ th`~ cavrito~ aujtou`

Este versículo describe muy concretamente la acción de Dios en Jesucristo, que es la redención y el perdón de los pecados, y esto se hace a través de la sangre. 

En el Antiguo Testamento la sangre era un elemento de sello del pacto entre Dios y los hombres, eso puede verse en Exodo 24:1-8, donde se concluye el pacto entre Dios y el pueblo a través de un acontecimiento litúrgico que es el sacrificio, donde se derrama la sangre de las víctimas como señal de purificación y de expiación dentro del mismo sello del compromiso o alianza.  Los dos actos que hace Moisés, rociar la mitad de la sangre en el altar y la otra mitad sobre el pueblo, significan que el pueblo le pertenece a Dios, ya es un pueblo de sacerdotes y de santos para su servicio.

Conclusión Pastoral del versículo 7.
1. La Iglesia nace de la sangre de Jesús como consecuencia del amor y de la misericordia como atributos de su gracia para con el hombre; es una comunidad de santos que fueron sellados a través de la sangre del Cordero y se proclama como comunidad pura y redimida para ser luz y comunicar vida a toda una humanidad sin esperanza. 

2. Si la Iglesia no desarrolla el sentido de vida como expresión de que Dios es Vida, es incoherente con su origen, porque la sangre de Cristo fue derramada para dar vida, liberando al hombre de la opresión del pecado en todas sus expresiones y enseñándole a ser heraldo de todo don que contribuye al desarrollo de la vida, tanto biológica como sicológica, espiritual y moral, por eso es que la Iglesia debe estar en contra de toda estructura de pecado, diseñada por los grupos dominantes y en contra de cualquier expresión de muerte (aborto, manipulaciones de la genética, etc.).

VERSÍCULO 8:
h|~ ejperivsseusen eij~ hJma`~, ejn pavshæ sofivaæ kai; fronhvsei

El versículo 8 explica cómo se ha transmitido la riqueza de la gracia de Dios,  que nos ha hecho abundar en toda sabiduría y conocimiento.  La expresión ejn pavshæ sofivaæ kai; fronhvsei, tiene dos sustantivos en caso dativo, precedidos por un pronombre indefinido, pavshæ, que se refiere a una totalidad absoluta, y estos dos se refieren a dos formas íntimamente ligadas de comunicar esas riquezas.  La primera es sofivaæ, que se refiere al conocimiento intelectual, o sea que Dios también comunica la riqueza de su misericordia a través del intelecto, cuando el hombre intelectualmente capta las verdades de la voluntad de Dios.  Es importante el área cognoscitiva (razón) para entender y disfrutar la riqueza de Su misericordia y amor.  El segundo sustantivo, fronhvsei, hace referencia a la vida práctica y concreta, cuando el cristiano vive los principios racionales de la fe en una vida de santidad y de justicia; este mismo sustantivo también indica la idea de intimidad con Dios, a través de un profundo vínculo, que es Jesucristo.

Conclusión Pastoral del versículo 8.
1. La Iglesia debe fundamentar la educación teológica para transmitir la inmensa variedad y la multiforme gracia de Dios, porque la Iglesia es la encargada de desarrollar la doctrina como consecuencia de la obra pascual de Jesucristo (Hch. 2:42). 

2. Es importante que la Iglesia explique racional y creativamente todo el amor y la misericordia de Dios para con la humanidad y su compromiso con el mismo amor divino.  Si la Iglesia no hace teología, pierde la creatividad de comunicar las verdades del misterio salvífico, es por eso que uno de los puntos de su origen y formación es la forma de comunicar las verdades de la fe. 

3. Así como Dios fue creativo en comunicarse con el hombre, una Iglesia no creativa, es una Iglesia sin teología.

4. Como segundo punto, debe vivir los misterios de la fe a través de la santidad de sus miembros como producto de una profunda intimidad con Dios en Jesucristo, practicando la justicia y el amor para con los demás.

VERSÍCULO 9:
gnwrivsa~ hJmi`n to; musthvrion tou` qelhvmato~ aujtou`, kata; th;n eujdokivan aujtou` h}n proevqeto ejn aujtowæ`

Este versículo empieza con un verbo en aoristo, gnwrivsa~, que viene de ginwvskw, el cual la versión de los Setenta usó para reemplazar el verbo en hebreo que indicaba relación sexual o intimidad, y el complemento es un pronombre en dativo de identidad, hJmi`n, «en nosotros», o sea que Dios a través de una profunda relación de intimidad en Jesucristo ha aclarado el misterio de la voluntad de Dios, que consiste precisamente en la íntima comunión con Jesús, la cual está conforme al beneplácito de Su voluntad.  La voluntad de Dios es la misma voluntad de Cristo, y se constituye en una voluntad salvífica, que es la esencia del misterio de Dios para con el hombre.

Conclusión Pastoral del versículo 9.
1. La Iglesia nace a través de una profunda intimidad con Dios en Jesucristo, que revela el misterio salvífico de su voluntad, ella debe ser encargada de transmitir el misterio salvador que se expresa en todas las dimensiones de la vida humana, y es sinónimo de liberación. 

2. La Iglesia proclama el misterio liberador de Dios a través de Jesús, y toda su tarea pastoral debe estar orientada hacia ese objetivo profundo del misterio salvífico conforme a Su voluntad.

VERSÍCULO 10:
eij~ oijkonomivan tou` plhrwvmato~ tw`n kairw`n, ajnakefalaiwvsasqai ta; pavnta ejn twæ` Cristwæ`, ta; ejpi; toi`~ oujranoi`~ kai; ta; ejpi; th`~ gh`~ ejn aujtw`æ.

El versículo 10 desarrolla toda una tarea misionera sobre la cristificación del universo, o la restauración de la creación, y eso lo vemos claramente cuando dicho versículo inicia con un complemento directo en caso acusativo para profundizar el sentido del versículo 9, concretar y volver mucho más práctico el plan salvífico de Dios, esta expresión es eij~ oijkonomivan, este vocablo tiene varios matices, y se puede emplear como administración de una casa, misión, tarea y plan.  Ya el versículo nos está hablando de la misión de Dios con una idea de administración, de orden, con el objetivo de organizar y ordenar la creación destruída por el pecado del hombre.  Pero esta misión pertenece a un genitivo (complemento de pertenencia) tou` plhrwvmato~ tw`n kairw`n, o sea que la misión de Dios se desarrolla dentro de la plenitud del tiempo divino, que es algo constante, simultáneo y eterno.  La misión divina dentro del tiempo de Dios impacta en la historia del hombre para cristificarla y redimirla, y esto queda mucho más concreto con el uso de un verbo que sólo se encuentra dos veces en el Nuevo Testamento, y es, ajnakefalaiwvsasqai, y proviene del verbo ajnakefalaiovw, que tiene varios sentidos semánticos, puede ser «unir lo disperso», «unir bajo un solo principio o cabeza», «recapitular», «culminar», etc.  

En el dialecto ático, que es la base del griego koiné del Nuevo Testamento, significa «recapitular» o «unir lo disperso bajo una cabeza para redistribuir de nuevo».  Es preferible darle el último sentido a este verbo, y el mismo apóstol Pablo en Romanos 13:9 lo usa para unir los diez mandamientos en uno solo, y para que cada creyente viva los diez mandamientos bajo un solo principio, que es el amor.  También este verbo se compone de una preposición distributiva, ajnav, que traduce «cada uno» o «cada cosa», mas el verbo kefalaiovw, del cual deriva el sustantivo kefalhv (cabeza), por lo cual tenemos que darle el propio sentido a este verbo, que es la redención y la cristificación del universo, ampliando mucho más la misión de Dios, que no es solamente salvar almas para el cielo sino restaurar y ordenar la creación y al hombre mismo, que cayó en un desorden tanto creacional como espiritual y humano.  Este versículo está en consonancia con Juan 1:11, cuando se usa la expresión eij~ ta; i[diía h\lqen, y la traducción más propia sería «hacia las cosas propias vino», porque el término i[diía, es un pronombre posesivo en género neutro, que se refiere a «cosas».

Conclusión Pastoral del versículo 10.
1. La voluntad de Dios es redimir la creación junto con el hombre para que éste desarrolle su salvación en una creación salvada de antemano por la sangre de Jesucristo, es por eso que una de las principales tareas de la Iglesia, que está enmarcada desde su origen, es cristificar la creación, darle una atmósfera de santidad, creando toda teología y pastoral en favor del uso sano de las cosas creadas, dándole su respectivo valor, y también proponiendo que se redistribuyan  correctamente las riquezas y recursos de la creación para todos los hombres, los cuales tienen derecho a beneficiarse de lo creado por Dios. 

2. La Iglesia en los países latinoamericanos tiene esa obligación misionera de anunciar, iluminar y educar a los gobiernos sobre el manejo adecuado de los bienes de una nación como patrimonio de la creación para un pueblo; por eso es preferible darle el sentido ático al verbo ajnakefalaiovw.

VERSÍCULO 11:
ejn wæ| kai; ejklhrwvqhmen proorisqevnte~ kata; provqesin tou` ta; pavnta ejnergou`nto~ kata; th;n boulh;n tou` qelhvmato~ aujtou`

En el versículo 11 el apóstol Pablo confirma lo dicho anteriormente sobre la voluntad de Dios de hacernos hijos suyos, cuando usa el verbo ejklhrwvqhmen, que es un pasivo aoristo y puede traducirse «fuimos hechos herederos», y está complementado con un participio sustantivado proorisqevnte~, y da como idea central que los creyentes reciben como herencia dones espirituales para administrarlos en la tierra, porque también la tierra es parte de nuestra herencia, según el beneplácito de Su voluntad.

Conclusión Pastoral del versículo 11.
1. La Iglesia nunca debe olvidar la responsabilidad de enseñar y educar a la humanidad sobre la administración adecuada de los recursos de la creación como parte del plan salvífico de Dios.

VERSÍCULO 12:
eij~ to; ei\nai hJma`~ eij~  e[painon dovxh~ aujtou` tou;~ prohlpikovta~ ejn twæ` Cristwæ`.

Se recalca con este verso que la Iglesia se convierte en alabanza, en fiesta o júbilo de la gloria de Dios, confirmando que la Iglesia es parte de la gloria del Creador, porque ella ha esperado en Cristo Jesús y ha fundamentado su confianza en Dios a través de su Hijo.

Conclusión Pastoral del versículo 12.
1. La Iglesia debe entender que su tarea misionera y toda su eclesiología no están  separadas de la gloria suprema divina, sino que se encargan de extender esta gloria aquí en la tierra a través de su compromiso y misión.

VERSÍCULOS 13 y 14:
ejn wæ| kai; uJmei`~ ajkouvsante~ to;n lovgon th`~ ajlhqeiva~, to; eujaggevlion th`~ swthriva~ uJmw`n, ejn w|æ kai; pisteuvsante~ ejsfragivsqhte tw`æ pneuvmati th`~ ejpaggeliva~ tw`æ aJgivwæ, o{ ejstin ajrrabw;n th`~ klhronomiva~ hJmw`n, eij~ ajpoluvtrwsin th`~ peripoihvsew~, eij~ e[painon th`~ dovxh~ aujtou`.

Los versículos 13 y 14 hablan sobre la presencia vital del Espíritu Santo como el encargado de sellarnos; a través de él se inicia la obra de santificación personal y comunitaria, es por eso que la Iglesia crece en santidad a través de la obra del Espíritu Santo, por lo cual él es las arras de nuestra herencia para la redención del pueblo de Dios, sin él no se puede concretar el plan salvífico de Dios en Jesucristo porque el Espíritu Santo garantiza la perseverancia y el poder de Dios en la tarea de la Iglesia.

Conclusión Pastoral de los versículos 13 y 14.
A través del Espíritu Santo la Iglesia puede cumplir con su tarea misionera cuando ella misma es santificada y sellada, y como consecuencia, exterioriza esa santificación con la creación y con la humanidad que está bajo su responsabilidad de ser ejemplo, luz y esperanza para todos los hombres.

CONCLUSIÓN FINAL

Hemos visto a grandes rasgos cuáles fueron los principios originadores de la Iglesia, que se inicia en la voluntad perfecta de Dios a través de la bendición divina en Jesucristo, y está fundamentada en el amor, para redimir y dar esperanza a la creación y a la humanidad, y unirlos a Dios a través de Jesucristo. 

Si la Iglesia no cumple estos principios bosquejados desde sus comienzos, está siendo infiel al plan perfecto de salvación de parte de Dios para con la creación y la humanidad.


[1] The Greek New Testament.  Diccionario.  Sociedades Bíblicas Unidas.  1975.  p. 184.

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