lunes, 19 de julio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿CUÁL DE LOS DOS YUGOS PREFIERES?


Tanto el obedecer a Dios, como el pecado, son dos yugos que pueden ceñirse sobre nuestras vidas, el primero como dijo Cristo es suave de llevar, el segundo en cambio provoca en nuestras vidas resultados tan adversos que pese a que a veces tarden en ser evidentes o en manifestarse están allí y no quiere decir que no tendrán consecuencias, recordemos que Dios dijo “Todo lo que el hombre sembrare eso mismo cosechará”; con esa mentalidad, meditemos en el texto de hoy que nos habla más fundamente del tipo de yugo que haría de nuestra vida una experiencia de bendición y paz.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Cuál de los dos yugos Prefieres? 



Gálatas 5:1
“Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.”

Este versículo expresa lo que a simple vista parece una redundancia: “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres...” “Por supuesto” --podríamos decir-- “si nos hizo libres es para que vivamos en libertad". ¿No es así? El problema es que muchos cristianos no disfrutan la libertad espiritual que recibimos por medio del sacrificio de Cristo. Les pasa como a aquel hombre que estuvo preso 30 años, y al salir de la cárcel se encontró tantos cambios afuera que no pudo adaptarse a la vida de libertad y pidió que lo pusieran de nuevo en la cárcel. Por eso el apóstol Pablo, cuando se dio cuenta que esta situación existía en la iglesia de Galicia, les recordó que en realidad ellos eran libres de la esclavitud en que habían vivido, y les exhortó a que se mantuvieran firmes en la fe y el amor de Cristo, y no volvieran a someterse a los preceptos y tradiciones de la ley, es decir al yugo de la esclavitud.

Jesús vino a liberar a un pueblo que estaba esclavo de los estatutos de la ley. Estaban cansados de tratar de cumplir algo que resultaba imposible de cumplir. Muchos desistían de tratar de “agradar” a Dios, pues no podían llevar a cabo los estatutos de la ley por mucho que se esforzaran. En ese tiempo vino Jesús al mundo. Dice Gálatas 4:4-5: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.”

Redimir significa “comprar la libertad de alguien pagando un precio”. Esto fue exactamente lo que hizo Jesús en la cruz del Calvario. Con su sangre pagó por nuestra libertad del yugo de la ley y el pecado. Porque la ley se escribió para dar a conocer el pecado, pero no para librarnos del pecado, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Romanos 3:20). Es decir, la ley muestra lo que es bueno y lo que es malo delante de los ojos de Dios. El propósito de la ley era que el hombre reconociera que por sus propios esfuerzos no podían justificarse ante Dios y por lo tanto necesitaban un salvador. Pero muchos no entendían este principio y se empeñaban, infructuosamente, en tratar de cumplir la ley, permaneciendo esclavos del pecado. 

Cuando aceptamos a Jesucristo como salvador, somos liberados del yugo del pecado. Esto es un hecho. Debemos no solamente creerlo, sino actuar conforme a nuestra nueva situación de libertad. Pero esto es posible solamente cuando vivimos conforme al Espíritu. Andar conforme al Espíritu es pensar y actuar de acuerdo a la voluntad de Dios; es tener una permanente actitud de sumisión y obediencia a la Palabra de Dios. Jesús les dijo a un grupo de judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32).

Esta libertad es completa cuando no solamente dejamos de estar sometidos al yugo del pecado, sino cuando además nos sometemos al yugo de Jesús. En Mateo 11:28-30, el Señor nos hace la siguiente invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Jesús dio su vida en la cruz para liberarnos del yugo de esclavitud del pecado. Y además nos ofrece que llevemos su yugo para guiarnos en nuestro camino y ayudarnos con nuestras cargas, de la misma manera que el buey experimentado actúa con el joven buey con el cual es enyugado.

En esta vida servimos al mundo o servimos a Dios; estamos sometidos al pecado o a la justicia divina. Dice Romanos 6:16:“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" El resultado del pecado es muerte y destrucción. El resultado de someternos a Dios es paz y victoria. Escoge tú cual de los dos yugos prefieres. 

ORACION:Amante Padre celestial, te doy gracias por la libertad que me has dado a través de Jesucristo. Ayúdame a vivir de acuerdo a esa libertad, permaneciendo firmemente en tu Palabra y obedeciéndote cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.


Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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