martes, 12 de octubre de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: LA GRACIA DE DIOS ESTÁ DISPONIBLE PARA TODOS


Como seguidores de Cristo necesitamos comprender de forma clara que no importa cuánto hagamos, cuan buenos pensemos que somos, nada de lo que humanamente hagamos sería suficiente para tener justificación delante de Dios, por ello la única opción es tender un puente con la cruz de él, ese es el único camino que nos lleva al Padre, ese camino no es de miedo, de fracaso, de sufrimiento sino un camino de vida, de victoria, de paz, de gozo, en la medida en que aceptando ese regalo inmerecido, hagamos aquellas cosas que nos enseña en su Palabra, oremos diariamente buscando su dirección y reflejemos en nuestras vidas que esas enseñanzas van dejando huella.

Saludos y bendiciones

José Luis
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La Gracia de Dios está Disponible para Todos 

Efesios 2:1-10

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”


En el invierno del año 2000 hubo una tormenta de hielo que golpeó el sureste de los Estados Unidos y dejó sin energía eléctrica muchas áreas en esa parte del país. Debido a las peligrosas condiciones de las carreteras, la mayoría de las personas se quedaron en casa ese domingo por la mañana. Habían escuchado las predicciones de la tormenta e hicieron preparativos para quedarse con sus familias. La mayoría de los negocios cerraron. Muchas iglesias cancelaron sus reuniones.


Pero una Iglesia Bautista del Sur, decidió a último momento seguir adelante con el servicio dominical. Con unas pocas velas, una escasa congregación cantó himnos a capela. El pastor, inspirado por el Espíritu Santo, predicó acerca del sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario con voz más fuerte de lo normal. Al final del breve culto, cuando hizo la invitación, lo que pudo haber sido algo rutinario se convirtió en un poderoso testimonio sobre la gracia de Dios. Del último banco se pararon dos hombres vagabundos, que habían entrado al templo en busca de un poco de calor. Caminaron lentamente hasta el frente donde, llorando, entregaron sus vidas a Cristo. Allí declararon que durante muchos años habían estado sometidos al alcohol, las drogas y la pobreza, viviendo en la calle y durmiendo en cajas de cartón. A partir de ese momento la vida de ambos empezó a cambiar. Después se hicieron miembros de la iglesia y allí sirvieron al Señor en diferentes ministerios.

 
La gracia de Dios no discrimina, sino que es para todas las personas. Gracia es el inmerecido regalo de Dios a favor nuestro por medio de Jesucristo, quien murió en la cruz por nuestros pecados. Dice Tito 2:11: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.” Es el deseo de Dios que toda la humanidad se salve de la condenación eterna, por eso envió a su Hijo, para “que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Y lo más maravilloso es que este precioso regalo está disponible para todos sin excepción y en cualquier momento. Sólo se requiere reclamarlo por medio de una oración de fe, abriendo el corazón a Jesucristo y permitiendo que él venga a morar en tu vida para siempre.


ORACION: Padre del cielo, cuan grande y maravillosa es tu gracia. ¡Qué incomprensible pero que real y efectiva es! Gracias por el regalo de la vida eterna a través de Jesucristo. Te alabo con todo mi corazón. En el nombre de Jesús, Amén.

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