jueves, 18 de noviembre de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿TE DELEITAS TÚ EN LA PRESENCIA DE DIOS?

El diccionario define deleite como placer, satisfacción, gozo, eso precisamente se manifiesta en nuestras vidas cuando mantenemos una relación estrecha con Cristo, no importa lo que pase a nuestro alrededor, siempre mantenemos esa paz que sobre pasa todo entendimiento, disfrutémosla y busquémosla, no dentro de una religión determinada, sino dentro de una relación directa con quien produce esa paz y ese gozo.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Te deleitas tú en la presencia de Dios? 

Salmo 34:8


“Gustad y ved que es bueno el Señor; dichoso el hombre que confía en él.”
 
Hay algunas cosas en la vida las cuales tenemos que hacer por obligación o por la fuerza. Quisiéramos evitarlas pero no podemos, es necesario hacerlas, y con toda seguridad no disfrutamos mucho el llevarlas a cabo. Hay también otras cosas que hacemos de manera rutinaria o mecánica. Hemos estado haciéndolas por algún tiempo, y llega el momento en que nos acostumbramos a la rutina, y las hacemos casi automáticamente. Si bien éstas no las estamos haciendo obligadamente, tampoco podemos decir que estamos disfrutando plenamente el momento. Ahora bien, ¡qué diferente es hacer algo con gusto! Entonces todo nuestro ser se involucra y disfruta de lo que hacemos. Hacer las cosas con gusto significa disfrutar mientras las hacemos, como cuando saboreamos una rica comida. 


Generalmente asociamos la palabra “gustar” con cosas físicas o materiales, pero no consideramos las cosas espirituales. Dios desea que nuestra vida espiritual tenga esa característica, pero muchas veces, consciente o inconscientemente, nos envolvemos en la práctica de una religión fría, rutinaria y aburrida que nada tiene de gustosa. En el pasaje de hoy, el salmista nos invita a que gustemos, es decir a que probemos y veamos lo bueno que es el Señor, y a que disfrutemos de su santa presencia. A menos que gustemos y disfrutemos de la presencia de Dios nuestro cristianismo será algo rutinario y aburrido, carente de propósito y con pocos resultados. El rey David nos exhorta en el Salmo 37:4: "Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón." 



Deleitarse es disfrutar plenamente de algo. Nos deleitamos en la presencia del Señor cuando al pasar un tiempo con él, disfrutamos cada momento, sin prisa, abstraídos, alejados del mundo, envueltos en su paz inefable y saboreando la dulzura de su Espíritu. Cuando llegamos al nivel espiritual en el que día tras día nos deleitamos en la presencia de Dios, meditando en su Palabra y pasando un tiempo de oración en el Espíritu, sentiremos que todas nuestras necesidades espirituales y emocionales son cubiertas, y las peticiones de nuestro corazón serán satisfechas.

En Juan 6:35, Jesús les dijo a un grupo de sus seguidores: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Cuando una persona prueba verdaderamente el pan de vida, queda satisfecha para toda la vida. Cuando alguien bebe el agua de vida sacia su sed totalmente y para siempre. Jesucristo es este pan y esta agua. ¡El es la única y verdadera fuente de plena satisfacción y el que le da buen sabor a la vida! Junto al pozo de Jacob, Jesús le dijo a la mujer samaritana: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14).


Entrégale a Dios en este día toda esa fría religiosidad que te ha impedido disfrutar de su compañía y comienza a deleitarte en él. Toma la firme decisión de buscar el rostro del Señor cada día, y pasar un tiempo a solas con él. Hazlo con fervor, con expectativa, con anhelo en tu corazón de disfrutar de su presencia, sabiendo que "en su presencia hay plenitud de gozo." (Salmo 16:11). 


ORACION: Mi bendito Padre celestial, te ruego pongas en mí el fuego de tu Santo Espíritu. Enséñame a disfrutar de tu compañía al leer tu Palabra, al orar y al alabarte con mis labios. Llena mi corazón de tu paz y de tu gozo y ayúdame a deleitarme en tu santa presencia. En el nombre de Jesús. Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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