jueves, 15 de julio de 2010

ARTÍCULOS DE INTERÉS: COSAS PEQUEÑAS, GRANDES PROBLEMAS


COSAS PEQUEÑAS, GRANDES PROBLEMAS
Por Dr. David Ramírez S. Adaptado por Gabriel Gil Arancibia.

Un periodista preguntó a unos mineros de carbón en Chile cuáles eran sus más grandes temores, ellos respondieron “quedar atrapados y morir asfixiados”. Sin embargo – continuaron - “nuestro más grande temor es tener los pulmones negros”. Esto se refiere a los pulmones afectados por el polvillo que se desprende en las minas de carbón, el cual es diminuto, apenas perceptible, pero tremendamente dañino para quienes lo aspiran. Según estadisticas realizadas en ese país, mueren más mineros por aspirar el diminuto polvo negro que atrapados en las minas.

Tal vez la mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en decir que parte de nuestros problemas más grandes  son las cosas pequeñas de la vida. Son estas cosas pequeñas las que producen el sentimiento de frustración que acaba por destruirnos. Hay personas que no saben lidiar con aquellos problemillas cotidianos y terminan ahogándose en un vaso de agua.

De seguro amigo lector has tenido uno de esos días infernales en que todo sale mal, o al menos así lo ves: Justo cuando estás atrasado para dejar a tus hijos en la escuela te das cuenta que una de las llantas del carro está baja; luego de llegar una hora tarde a tu trabajo (por el incidente de la llanta) tu jefe te regaña por el retraso; cuando te dispones a trabajar en tu computador te das cuenta que no hay señal de Internet (a estas alturas la impotencia y coraje han producido un sentimiento de frustración que reflejas en el rostro, y por supuesto no falta el compañero o compañera de trabajo que te pregunta ¿estás enojado?); cuando piensas que ya nada puede salir peor llega uno de esos clientes criticones que no quisieras ver. ¡Has tenido un día agotador! Al llegar a casa lo único que quieres es olvidar los malos ratos en el trabajo y la forma más rápida de hacerlo es sumirse en la televisión hasta por tres o cuatro horas relegando a un tercer plano la comunicación familiar. No hay diálogo con tu cónyuge, no hay juegos con tus hijos, sigues molesto por la sucesión de cosas pequeñas que has tenido que vivir, pero ¿qué culpa tiene tu familia? Recuerda esto: Las cosas pequeñas pueden destruir lo que realmente importa en la vida. ¿Qué cosas? El diálogo sincero con tu esposa o esposo, el pasar tiempo con tus hijos, estar en armonía contigo mismo y lo más importante, mantener una buena relación con Dios.

Ahora bien, las cosas pequeñas a las que me refiero pueden ser agrupadas en tres categorías: interrupciones, inconvenientes e irritaciones.

1. Lo primero que viene son las interrupciones. Las interrupciones por lo general son personas. Pareciera que cuando tenemos un millón de cosas que hacer aparecen las interrupciones. Algunos ejemplos prácticos: Te sientas para comer y el teléfono suena. Acuestas a los niños, estás listo para descansar, te das un baño y alguien toca a la puerta.  O estás listo para salir de paseo y un amigo que hace rato que no ves está a la vuelta de la esquina y viene a verte.

2. Los inconvenientes son un recurso de frustración.  Por lo general, los inconvenientes son cosas que nos frenan, nos retrasan el proceso:  Te levantas en la mañana y descubres que el baño está descompuesto y hay agua por todos lados. Los inconvenientes nos obligan a esperar: Tener que hacer fila para pagar la luz, es un inconveniente.  Necesitar un repuesto para el auto, que no esté disponible y tener que ordenarlo, es un inconveniente. Hacer la fila en el  supermercado y que cierren la caja, es un inconveniente. O al momento de pagar darse cuenta que no hay dinero en el bolsillo, ni tarjeta de crédito. ¡Qué inconvenientes!

3. Las irritaciones son parte de la vida.  Pueden ser personas o cosas.  Por ejemplo, en las mañanas todos tratan de meterse al baño al mismo tiempo; el bebé llora, o el hijo de tu vecino es baterista y le gusta practicar cuando decides descansar.  Un dolor físico puede ser irritante. Si no te sientes bien te irritas.  Dolor en el cuello, dolor de cabeza, dolor de espalda, no importa.  Todo esto nos causa irritación y frustración. 

Algunas de estas interrupciones, inconvenientes e irritaciones no las podemos evitar.  Tal vez las podamos controlar pero son inevitables.  ¿Cómo tratar con ese tipo de cosas? ¿Cómo lidiamos con lo cotidiano? Recuerda: No son las grandes cosas de la vida las que nos matan, son las pequeñas. Un viejo proverbio judío dice: “Atrapen las zorras, las zorras pequeñas que arruinan los viñedos que están en flor”. Entonces, ¿qué hacer?

Debes poner las interrupciones, inconvenientes e irritaciones en perspectiva, debes tratarlas por lo que son, una frustración menor.  Ayuda el pensar de esta manera: “No es gran cosa, ¿vale la pena que me enoje por este asunto?”. Alguien me dijo una vez: La gente no se enoja porque quiere, se enoja porque decide hacerlo.

Pon estas cosas pequeñas en la perspectiva correcta, trátalas como un asunto insignificante, no permitas que las frustraciones te dominen, no permitas que te depriman. Recuerda esto: “No es el fin del mundo, es sólo una cuestión temporal”. Redúcelo a su tamaño real. 
Una vez que hemos puesto las cosas pequeñas en su tamaño real, es aconsejable observar los siguientes pasos, que de seguro nos ayudarán a sacar provecho de las interrupciones, inconvenientes e irritaciones:

PASO UNO: Pregúntate, ¿Qué puedo aprender de esto? PASO DOS: Agradece a Dios por la situación que estás viviendo, seguramente Él quiere enseñarte algo al respecto (paciencia, tolerancia, amabilidad, etc.). PASO TRES: Convierte tu situación en un evento chistoso. El buen humor es mejor que el enojo y la crítica.

Aprendamos a vivir con las cosas pequeñas de la vida, aquellas que pueden amargarnos el día o enseñarnos el valor de lo cotidiano. Tú elijes qué hacer con las frustraciones diarias, pero ¿no es mejor ser amables y agradables con el prójimo en lugar de enojarse por las cosas pequeñas?

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