jueves, 15 de julio de 2010

ESTUDIOS BÍBLICOS EN LAS IGLESIAS EN CASAS: CON DIOS EN LA FAMILIA TODO ES POSIBLE, PARTE I



SERIE DE ESTUDIOS BÍBLICOS: “CON DIOS EN LA FAMILIA TODO ES POSIBLE”


Tema 1: No es Fácil ser Hombre en el Hogar
El sacerdocio del varón en el Hogar
Por Gabriel Gil Arancibia, Mtr. en Teología. Pastor Principal. Profesor, escritor y conferencista.


Texto de Estudio: Efesios 5:28, “Así también los maridos deben amar a sus esposas como a sus mismo cuerpos. El que ama a su mujer, así mismo se ama”.
El hombre más feliz del mundo

En las décadas de los 40 y 50 la imagen masculina era de alguien rudo, sin sentimientos, brusco y hasta agresivo, un verdadero “macho”. Pero algo comenzó a ocurrir a fines de los 60, la revolución femenina cambió el prototipo de los hombres, ellas querían que los hombres fueran más sensibles, más sutiles, más tiernos y amorosos.

Este conflicto de imágenes afectó profundamente las expectativas tanto de los esposos como de las esposas. A lo largo de las décadas de los setenta y ochentas las imágenes peleaban entre sí (la del hombre brusco e indomable y la del hombre tierno y amoroso).

Esto repercutió en un alto índice de divorcios en el mundo occidental. Esto ocurrió por varios motivos.

Debemos enfrentar la realidad de que las imágenes antiguas de masculinidad eran mitos (John Wayne, el Llanero Solitario, Hopalong Cassidy, Randolph Scott, el Sargento Preston, Los Magníficos, entre otros). ¿Quiénes eran estos hombres que veíamos en televisión y en el cine? ¡Eran nada, sólo celuloide!

Debemos tener cuidado de compararnos con estos personajes, esto es tanto problemático como peligroso. Al compararnos con la gallarda figura que cabalga hacia el horizonte o con el corpulento atleta que cruza la línea de meta, el hombre ordinario no puede sino sentirse eclipsado en la vida diaria. Sabemos que los héroes reales como Albert Einstein o Thomas A. Edison, no fueron necesariamente lo más grande de la vida, sino líderes que cometieron errores y estuvieron lejos de la perfección.

Los mitos acerca de la masculinidad difícilmente mueren. Actualmente existen aún los dos mitos: uno, que la virilidad verdadera se demuestra siendo el rey de la montaña y el proveedor de la familia; y otro que las mujeres de ahora desean maridos sensibles y vulnerables.









Por consiguiente, al contraer matrimonio, la mayoría de los hombres experimentan una masculinidad entre John Wayne y Pablo Neruda. Y lo que es peor: ¡Nuestras esposas quieren tanto al uno como al otro, pero pocas veces lo reconocen!

Ahora bien, las expectativas en el matrimonio son altas por el lado de las mujeres. Por lo general las damas desean a un hombre fuerte y protector, pero también a uno que sea capaz de leer sus mentes, estas son vanas ilusiones matrimoniales que de no trabajarlas en pareja ocasionarán la frustración de ambos cónyuges.

La sociedad de hoy le ha impuesto al varón tener éxito en el trabajo, en el matrimonio, en la familia y en su vida personal. Es una presión difícil de soportar.

Un siquiatra opina que muchos hombres se sienten culpables por no sentirse un triunfador en una o todas las áreas de su vida. Un sentimiento de culpabilidad les embarga cuando ellos no pueden competir con el ideal de hombre que la sociedad les impone.

Un consejero matrimonial reportó que en una ocasión una mujer vino a su despacho a quejarse de su marido. El consejero preguntó: "¿Usted desea que su marido esté más en su onda, que prevea sus sentimientos, que mantenga conversaciones más profundas, que disfrute comprando cosas en los malls, que llore y sea sensible todo el tiempo?" La mujer emocionada respondió un fuerte Sí. El consejero replicó: “Bueno…, ¡debería haberse casado con una mujer!”.

La verdad es que nuestras esposas desean tanto a un hombre sensible como a uno rudo, el problema radica cuando nosotros los hombres no sabemos qué imagen utilizar.

La Biblia nos da la respuesta: Debemos reflejar en nuestro matrimonio y hogar la imagen de Cristo, la imagen de Dios.

Génesis 1:26-28. Varón y Hembra a Imagen de Dios. Estos versículos contienen una frase que es la piedra angular del entendimiento bíblico de la humanidad: Imagen de Dios. La imagen de Dios se presenta principal y primordialmente en relación con un singular concepto social o comunitario de Dios. “Entonces dijo Dios (singular): Hagamos (plural) al hombre a nuestra (plural) imagen”. Muchos estudios interpretan el uso, tanto del singular como del plural, como una alusión a la Trinidad: un Dios en una comunidad de personas.

Dios procede entonces a crear al hombre a su imagen. En ese trascendental momento, la Escritura señala un aspecto particular de la naturaleza humana; es decir, aquello que corresponde al aspecto social o comunitario de la naturaleza divina: Dios crea al ser humano como hombre y mujer; no como un individuo solitario, sino como dos personas. Sin embargo, al continuar nuestra lectura, descubrimos que los dos son, no obstante, “uno” (Génesis 2:24).

Cuando Dios eligió crear a la humanidad a su imagen, creó el matrimonio, una familia, un hogar. La comunidad de la familia constituye un reflejo de la comunidad de la divinidad. Su identidad, vida y poder provienen de Dios.

Isaías 54:5. El esposo: Protector y Proveedor. Dios se revela mediante el título de marido para mostrar cuán profundamente ama a su pueblo y cómo cuida efectivamente de él. Al hacer esto, pone al descubierto una dimensión importante de la vida familiar, especialmente en lo que respecta a los esposos: Un marido debe amar y cuidar a su esposa e hijos. Dios es protector y proveedor. Los maridos que se someten a la dirección divina encontrarán tanto la inspiración como el poder para lograr esos objetivos, ya que esos atributos divinos fluirán y llenarán sus vidas.




Efesios 5:25-28. El Marido Sacerdote del Hogar. Las instrucciones específicas que el apóstol Pablo da a esposos y esposas constituyen un destello de las relaciones entre Cristo y su iglesia: Un modelo celestial para todo matrimonio terrenal.

¿Cómo debo conducirme con mi esposa? Mira a Cristo, el esposo divino, en su relación con la iglesia: La ama, se sacrifica por ella, está atento a sus intereses, la cuida; sé tan sensible a las necesidades de ella y a lo que la hace sufrir, como lo eres con los miembros de tu propio cuerpo.

Conclusión:

No es fácil ser hombre ni mucho menos un hombre cristiano, sin embargo, con la ayuda de Dios podemos vivir una vida que  refleje a Cristo; una vida íntegra en el trabajo, en el deporte, con los amigos, aún en el barrio donde vivimos, pero sobre todo debemos reflejar a Cristo en nuestro hogar.

Al vivir sana, justa y piadosamente en nuestro hogar estaremos asumiendo nuestro legítimo papel de “sacerdote familiar”.

Brevemente afirmamos que, ser sacerdote del hogar involucra:

a) Dirigir a la familia en los principios bíblicos imitando a Cristo en todo momento y lugar;

b) Interceder en oración por la familia todos los días, pidiendo a Dios su bendición y protección;

c) Proteger y proveer a los miembros de la familia proveyendo para sus necesidades básicas;

d) Amar y cuidar a la esposa y madre de sus hijos;

e) Conducir a la familia a servir a Cristo siendo el esposo el ejemplo máximo en su hogar.

Gabriel Andrès Gil Arancibia

Gabriel y Fabiola Gil
Pastores Iglesia CRISTO EN CASA
"Contribuir a que Dios reine, restaure y edifique" 

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