jueves, 15 de julio de 2010

ARTÍCULOS DE INTERÉS: LA INTEGRACIÓN DE LAS NUEVAS GENERACIONES EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA


IsraelMirandaLa Integración de las 
Nuevas Generaciones en la Misión de la Iglesia
Mtr. Israel Miranda

Introducción:

La iglesia, en su cualidad de organismo [vivo], contiene la integración en su mapa genético.

Su nombre mismo εκκλησία, tomado en su acepción etimológica de los “llamados de afuera”, no tendría razón de ser a menos de que la iglesia no sea integradora en sí misma.

Dicho en otras palabras, no podría ser iglesia si no convoca a todos –esto es, a todas las personas e individuos a venir a formar parte de ella. Hoy día, gozamos de la bendición de vivir en una sociedad compuesta por muchos y variados grupos de personas. Grupos y personas que, aun siendo diferentes entre sí, constituyen la esencia de nuestra cultura. Sin embargo, la forma en la que suelen estar organizadas nuestras sociedades lleva a que, en ciertos contextos, algunos grupos no sean capaces de ejercer plenamente sus derechos fundamentales, y que sean marginados, o sea, excluidos socialmente.

La integración, como se sabe, estriba en el resultado de un proceso dinámico en el que se logra la participación de todos los individuos en todos los ámbitos de la sociedad. Y, en nuestro caso, creemos que la integración atañe a la Misión de la iglesia; y que aquélla reviste una importancia crucial, por cuanto el reino de Dios se hace presente en una iglesia integradora. En este estudio, deseo enfocar la integración de la “nuevas generaciones” en la iglesia, es decir, cómo hacer de los niños y los jóvenes unos participantes activos en la evangelización del “nuevo mundo” en el que vivimos. En efecto, es notorio que tanto el desarrollo de la tecnología como el fenómeno de la globalización han influenciado nuestra sociedad y cultura, provocando cambios vertiginosos y abriéndole el paso a un “mundo nuevo”, que algunos sociólogos han definido como postmoderno y postcristiano.

Si bien un tema tan polifacético como éste puede generar multiplicidad de lecturas posibles, creemos que la integración de las nuevas generaciones se hace especialmente relevante como objeto de estudio por diversos factores. En primer lugar, se proyecta que, para el año 2015, Latinoamérica tendrá alrededor de quinientos millones de jóvenes, lo cual representa un desafío misionológico de gran aliento. En segundo lugar, así como las empresas y la educación se han ido adaptando a las nuevas generaciones con el fin de satisfacer tanto sus necesidades como sus demandas, es menester que la iglesia no se quede atrás con el pretexto de que no puede servir ni tampoco alcanzar a esta generación, quien, además de ser incomprendida, suele ser objeto de críticas. Así pues, con el fin de responder a dicho reto misionológico, la iglesia debe, si es que desea que su mensaje sea oportuno y relevante para esta nueva generación, saber sintonizar con ella.

En este estudio, nos proponemos llevar a cabo un boceto de algunos planteamientos para la integración de las nuevas generaciones en la vida de la iglesia. Nuestro enfoque para dichos lineamientos se hará desde una perspectiva eclesiológica y latinoamericana. En una primera etapa, nos ocuparemos de analizar, tras un intento de definición de las generaciones emergentes, el vínculo existente y escrituralmente justificado entre aquéllas y la misión de la iglesia. Más adelante, en una segunda etapa, nos centraremos en algunas propuestas viables de integración de las generaciones emergentes en la iglesia.

I. Las nuevas generaciones y la misión de la Iglesia.

Cuando hablamos de la gran co-misión (Mt. 28: 19-20), nos estamos refiriendo a la “misión de todos”, a saber, el gran encargo, la responsabilidad y el desafío planteados por Jesucristo a sus seguidores de realizar el “plan redentor total”, o sea, construir el reino de Dios. Esto tiene que ver con la redención del mundo, y el plan salvífico de Dios que es “total”; mientras que el mundo representa la integralidad de la vida humana –cultura, política, deportes, educación, ciencias, artes, etc.– necesitada de la obra gloriosa de Jesús. Y esto se debe a que la vida del hombre en su totalidad se encuentra bajo pecado, y, por lo tanto, necesita ser redimida. Dicho de otra forma, el pecado hoy es sistémico, por cuanto éste se halla insertado en la integralidad de la vida humana; y, por este motivo, la Escritura señala que la creación misma gime por la manifestación de los hijos de Dios”1.

La misión de Dios para la iglesia es, como apunta una simple relectura del texto normativo de Mateo 28:18-20, de carácter “totalizador”. En efecto, una lectura inductiva del verso 18 de Mateo 28 arroja luz sobre el hecho de que esta tarea y deber no es exclusiva ni excluyente. En efecto, el Señor Jesucristo abre el discurso afirmando que toda potestad le ha sido dada el cielo y en la tierra, y esta expresión se trasforma en el aval del mandato a los discípulos en el verso siguiente: “Id y haced discípulos a todas las naciones”. Nótese que el Señor Jesucristo no se está refiriendo aquí a algunos países o regiones nada más, sino a todas las θνη (‘etnias’), o sea, que su orden se hace extensiva a todos los grupos humanos (incluyendo desde los grupos tribales de las urbes hasta los nativos tecnológicos). Más adelante, el verso 20 aclara el mandato educativo dado a los discípulos: “enseñándoles que guarden todas las cosas”. Y, finalmente, el pasaje culmina con la promesa de que nuestro Señor estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

A. Delimitando el campo de estudio: ¿Quiénes son las nuevas generaciones?

Las “nuevas generaciones” se pueden definir como millones de adolescentes y de jóvenes adultos posmodernos, quienes, además de constituir una nueva cultura que les es propia y exclusiva, están tomando el timón del mundo. Estas nuevas generaciones han recibido, por parte de sociólogos y educadores seculares, distintos nombres de pila: Generación Y, 2 Generación I (‘IPOD’), Generación D (‘digital’) y Generación M (‘milenial’). A su vez, algunos autores cristianos contemporáneos, como Junior Zapata, la llaman “generación emergente” por las características que la definen:


La “generación emergente” […] “Emergente” porque están surgiendo, floreciendo, prácticamente invadiendo nuestra sociedad. Todos los medios sociales lo han notado; los comerciantes, los políticos, los de mercadeo, los tecnólogos, etc. Es una lástima que al parecer solo la iglesia cristiana no les ha dado su lugar 3.

En un intento de definir las nuevas generaciones y rastrear sus orígenes, hallamos en el portal de Internet “Wikipedia” una cantidad de variantes que ofrecen varios autores sobre las distintas generaciones y sus características, partiendo de los veteranos –los baby boomers– que representarían hoy las generaciones mayores nacidas antes de 1980. Las nuevas generaciones se componen de las tres generaciones conocidas como X, Y, Z (esta última nacida después del 2004), que son posmodernistas, y hasta, como indican algunos sociólogos, “hipermodernistas”. Estas últimas reciben, por su parte, los apelativos de: Generación “Why”, “Internet Generation”, “Google Generation”, “iGeneration” (de iPod o iPhone).

Es de acervo común que las nuevas generaciones se caracterizan por la búsqueda y el cuestionamiento. En una época cuando los niños pasan veinte horas a la semana frente al televisor, amén de las horas que también le dedican a la Internet y a los videojuegos, muchos de nuestros esfuerzos para alcanzar a esta generación se vuelven totalmente irrelevantes e infructuosos, en parte porque desconocemos cómo son estos jóvenes, lo que nos diferencia de ellos, y cómo ha cambiado la manera en que reciben la información.

Esta problemática ha sido enfocada por algunos autores, quienes han puesto de realce lo complejo del desafío que tiene la iglesia ante ella, entre ellos, Theo Donner:

Vivimos en una época de transición que se deja comparar con el fin de la Edad Media y el principio de la Edad Moderna […] La transición cultural que señalamos ha resultado supremamente incómoda para los cristianos. Después de 500 años nos habíamos acostumbrado al enfrentamiento con la modernidad […] y ahora se nos corren las bases y se nos cambian los términos del debate.4

Asimismo, Eddie Gibbs se refiere a esto, al afirmar que:

Aquí es importante reconocer que las diferentes generaciones y las diferentes sub culturas se enfrentan a situaciones con diferentes significados, y aunque nosotros nos hemos movido desde lo primitivo, hasta lo moderno, y hasta las sociedades post modernas, las diferencias entre generaciones y entre varias sub culturas se ha incrementado. 5

El desafío ya se ha planteado: debemos alcanzar e integrar a la nueva generación a la misión de la iglesia, pero, con este fin, es menester que:

1) sintonicemos y comprendamos las características de estas nuevas generaciones;

2) conozcamos la percepción que ellas tienen de nosotros;

3) y tomemos consciencia de los problemas que tenemos para atraerlas a la iglesia. 

A continuación, y para una mayor claridad expositiva, presentaremos estas tres problemáticas de forma esquemática.

1. Características de las nuevas generaciones

• Son escépticos.

• No creen en verdades absolutas.
• Son espirituales, pero no les atrae la iglesia tradicional.
• Tienen pluralidad de opiniones sobre la vida.
• Creen que la comunidad es esencial.
• Valorizan la experiencia.
• Ven el progreso como algo muy frágil.
• Piensan que la percepción humana es compleja.
• Son activos.
• No piensan linealmente.
• Piensan con el lado izquierdo y el derecho del cerebro.
• Nacieron en un mundo interactivo.
• Prefieren los multimedios.
• Quieren mantener el control.
• Ven la Biblia como un libro antiguo, e irrelevante para el día de hoy (cf. Bart
Simpson en la última película).
• Andan a la deriva buscando canalizar su fe.6

2. ¿Cómo nos visualizan?

No hay duda de que existe una gran diferencia entre lo que nosotros creemos ser, y la percepción que tienen de nosotros esta generación nueva.

• Homofóbicos
• Juzgadores
• Hipócritas
• Pasados de moda
• No entienden la realidad
• Insensibles hacia otras personas
• Aburridos
• Confusos
• No aceptan personas de otra fe
• Interesantemente, a estos jóvenes les atrae Jesús, pero no la iglesia.7


3. La Iglesia y los problemas para atraer esta generación

Mientras esta generación vive y se desenvuelve en otro mundo, en la iglesia estamos muy ocupados y usamos medios diferentes de comunicación. El futurista y teólogo Rex Miller afirma que en la iglesia enfrentamos serios problemas para alcanzar a la generación postmoderna por las siguientes razones:

• Su aislamiento.
• Su fragmentación.
• Fragilidad de identidad de sus miembros.
• La falta de la innovación.
• El liderazgo centralizado.
• No hay ningún margen para el error.

La iglesia debe despertar y trabajar intencionalmente, creando más espacios y ministerios que se focalicen en alcanzar a la nueva generación. Frente a este gran reto que significa alcanzar las nuevas generaciones un autor cristiano plantea:

Esto nos debería llevarnos a pensar, si verdaderamente la Iglesia quiere alcanzar a la generación del milenio, debería enfocarse en áreas que sean de su interés, adoptar un enfoque de propagación del mensaje en forma viral centrarse en aquellos que ejercen influencia en esta generación y ser catalizadora en esta comunidad del milenio. Quizás enfocarse en las cosas que les apasionan y apoyar eventos de su interés. Además el uso de blogs y de mensajería de texto es una buena idea. Y sobretodo asegurarnos que en todo lo que hagamos dirigido a ellos conservemos una actitud fresca y divertida.8

B. Justificación bíblico-teológica de la integración de la NG a la Misión de la iglesia

Las Escrituras dan por sentado la integración de las nuevas generaciones en la misión de Dios. Ya desde el Antiguo Testamento (Dt. 6:6-9), Dios venía mandatando a su pueblo de trasmitir esta verdad a sus futuras generaciones. La integración de las generaciones nuevas se daba espontáneamente en los contextos sociales donde los padres ejercían la función de maestros en el núcleo familiar, y no se le delegaba al clero ni a un oficial eclesiástico. Los genitores eran encargados de modelar con su forma de vida las enseñanzas dadas a sus hijos; y tanto el lugar como el horario de la enseñanza eran flexibles: podía ser en el hogar, en el camino, al acostarse o al levantarse, siempre había un momento oportuno para una lección didáctica sana y correcta. El rígido currículo, o contenido de la enseñanza, era la “palabra de Dios”, mas hoy es nuestro deber aprender a flexibilizar las formas, pero sin dejar de trasmitir las enseñanzas de Jesús.

1. Nuevas generaciones en el Antiguo Testamento

Dios no sólo llama a los adultos, sino que él también tiene planes para las generaciones emergentes. Al respecto, la historia del llamado de Dios al joven Samuel ofrece una hermosa ilustración al respecto. Este joven, como sabemos, era la respuesta a una petición hecha a Dios por Ana, una mujer que, por su condición de esterilidad, estaba socialmente marcada y era marginada.

En Samuel (I, 3) se nos presenta a este niño ya hecho un jovencito, y el verso 1 lo describe ejerciendo un ministerio (“el joven Samuel ministraba a Jehová”). Tal vez, si Samuel viniese a uno de nuestros cultos, nos sorprendería su imagen poco convencional –dado que, según I S. 1:11, tenía el pelo largo– es muy probable que lo miráramos despectivamente o de forma extrañada. Sin embargo, este joven constituye, a nuestro entender, un typos de la nueva generación que sabe ministrar a Jehová, que le sirve, y que sabe hacer iglesia. Dios está llamando a esta nueva generación a dar un salto cualitativo, es decir, pasar de “saber hacer” a “ser”. Al igual que Samuel, la nueva generación es funcional pero no conoce la voz de Dios.

El “contexto religioso” en el que se inserta Samuel tampoco es tan distinto al que vivimos hoy, y Dios hubo de llamar a una nueva generación por dos motivos esenciales. En primer lugar, porque escaseaba palabra de Dios, lo cual se asemeja a la situación actual, donde escasea la palabra de Dios y encontramos más bien un seudo evangelio que dice ser palabra de Dios. En segundo lugar, el texto bíblico indica que no había visión con frecuencia, lo cual revela la falta de dirección divina sobre el pueblo. Cuando la palabra de Dios escasea y no hay visión, es una señal nefasta y clara de que se ha abandonado a Dios; y, evidentemente, esto ocurre cuando el ministerio se ha corrompido. En efecto, La Escritura señala que los hijos del sacerdote Elí abusaban del pueblo y de su posición ministerial, por ejemplo, al tomar las mejores porciones de las carnes del sacrificio para comérselas ellos en asado con sus amigos, y [abusaban sexualmente] de las doncellas que estaban al servicio de la casa de Dios.

Lamentablemente, hoy vivimos en un mundo que desconfía de la religiosidad porque algunos seudo ministros, en el nombre de Dios, han abusado del pueblo y de los bienes divinos. El sacerdote Elí, como responsable ante Dios y su pueblo, no tomó cartas en el asunto de las atrocidades cometidas por sus hijos. Y lo mismo ha sucedido hoy, muchos líderes han guardado silencio y han permanecido impávidos frente al abuso que algunos han cometido. Por lo tanto, Dios tiene que llamar a un joven que sí tiene tanto las competencias como las habilidades necesarias, y también pasión por la misión de Dios. No obstante, como veníamos diciendo más arriba, este joven no conoce la voz de Dios.

Dios llamó tres veces a Samuel por su propio nombre, y después de estas tres veces, el sacerdote Elí al fin reconoció que Dios estaba llamando a este joven. Ahí fue cuando el viejo sacerdote se convirtió en un mentor para la nueva generación, y guió a Samuel en ese proceso de dar el salto de la funcionalidad a la relación con Dios, o sea, conocer y experimentar la voz de Dios.

Me parece significativo que I S. 3:3 haga énfasis en el hecho de que Dios llamó a Samuel antes de que la “lámpara de Jehová se apagase”. Esta lámpara podemos verla como una figura escatológica que representa la salvación, ya que Dios también está llamando a esta generación antes de que la luz de la salvación se apague. Por lo tanto, es menester que la iglesia le haga espacio a la nueva generación, que sabe ministrar a Dios, pero que también necesita ser validada, ponderada y empoderada para realizar la misión de Dios. Tal vez, esta generación no tenga ni proyecte una imagen convencional, pero es la que Dios está llamando y quiere usar. La iglesia debe acompañar a la generación emergente a la conquista del mundo para traerlo a los pies del Resucitado. El verso 19 del capítulo 3 dice que Samuel, typos de la nueva generación, “creció y Jehová estaba con él y fue poderoso en palabra”. Asimismo, si le abrimos los nuevos espacios y [las nuevas plataformas de comunicación] a la generación emergente, ésta, a su vez, logrará cumplir con su cometido profético porque Dios está con ella.


2. Nuevas generaciones en el Nuevo Testamento

La participación y contribución de las generaciones emergentes debe promocionarse y fomentarse. Dios se ha comprometido e involucrado en el desarrollo de las generaciones emergentes. En Juan 6:9, se narra la historia del joven de los panes y los peces, que algunos han catalogado en la lista de los “personajes sombras”, por no saberse mucho de él. La historia revela que los discípulos se encontraban en un aprieto, porque no tenían ningún alimento que ofrecerle a la multitud. En medio del dilema, surge Andrés afirmando que había un muchacho con cinco panes y dos pescados, pero, de inmediato, minusvalora este recurso al preguntar: ¿Qué es esto para tanta gente?

Esta historia, a nuestro entender, hace destacar cuatro cualidades de este joven representante de la nueva generación:

1) la motivación; 2) un fuerte sentido de iniciativa y fe; 3) la capacidad de asumir riesgos; y por último, 4) su entrega desinteresada al servicio de Dios.

1. Motivación: Este muchacho no fue egoísta ni interesado, sino que, por lo contrario, ofreció lo que tenía en respuesta de su alegría por ayudar y contribuir.

2. Iniciativa y fe: Es interesante notar, que Felipe en el vs. 7, responde “ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno”. La respuesta de Felipe es la típica reacción al estímulo de las situaciones adversas desesperadas, pero que no brinda soluciones. Sin embargo, el muchacho presenta una alternativa por iniciativa propia –nadie le dijo qué hacer– y, quizás, para algunos su iniciativa era poco inteligente, por tratarse de satisfacer la necesidad de más de cinco mil personas. Con todo, sí lo hizo en un acto de fe de que Dios obraría usando lo que tenía.

3. Capacidad de asumir riesgos: este muchacho no vio ningún obstáculo para acercarse y entregar algo que hacía faltaba en aquel momento, asombrando a los discípulos y, tal vez, hasta a Jesús mismo, arriesgándose a que le rechazaran o lo tuvieran en poco. Y, precisamente, fue su capacidad que le dio un giro a la historia, provocando un posterior milagro que involucró a Jesús, sus panes y los peces.

4. Servicio para Jesús y la multitud: Ofreció generosamente su alimento, en el proceso de formación y enseñanza de Jesús para la multitud, y lo mínimo que podemos imaginarnos es que de Jesús recibió por lo menos, un abrazo y unas gracias. Por otra parte, su acto de servicio benefició a toda la multitud (niños, hombres, mujeres) para que ellos saciaran su necesidad. Este joven entendió que no podía guardar para sí lo que podía dar a otros, pues podía correr el riesgo de que se deteriorara. En esta historia no se lleva el protagonismo un adulto, sino un muchacho, que, tal vez, había ido con sus padres a escuchar a Jesús. Es interesante que este joven estuviera abierto a aprender en cualquier parte, y aprender de Jesús en la vida misma. Las generaciones emergentes son una admiración de Dios, y nos hacen pensar en el ser humano no de mayor a menor sino de menor a mayor. Aquéllas nos hacen pensar que, en la misión, Cristo no sólo es de todos y todo sino en todo y para todo; y que, en la co-misión –establecer el plan redentor total de Dios– también las generaciones emergentes podemos hacer historia. Puesto que nuestro Dios es creativo, y no anula la inteligencia, la voluntad, el estilo, y la sensibilidad del ser humano; en la misión, Dios no quiere usar a unos robots programados para que actúen mecánicamente.

Desde una perspectiva interpretativa, los cinco panes representan, por una parte, lo que las generaciones emergentes tienen en sus manos: los talentos al servicio de Dios; y sólo en la medida en que los entreguemos para el beneficio de otros (misión integral) podremos ser bendecidos por ellos. Es interesante notar que, para los judíos, el pan era algo sagrado dado por Dios. En la cena del Señor, el pan simboliza el cuerpo de Cristo crucificado, para perdón y reconciliación del hombre con Dios. El aporte de este joven tuvo precisamente que ver con pan, alimento para el cuerpo y símbolo de la reconciliación divina, lo que denota que las generaciones emergentes tenemos en nuestras manos mucho que aportar en beneficio de la misión integral de la iglesia. Y, por otra parte, la multitud en la colina representa los puntos de encuentro que deben ser abarcados y transformados; por lo tanto, es un gran desafío a las generaciones emergentes pensar en los que necesitan conocer la felicidad fundamentada en la integridad y la justicia. Cambiando ahora el punto de vista, se ha de señalar que, en esta misma historia, la participación del muchacho no hubiese surtido efecto, a no ser por la colaboración y la acción de los adultos presentes, a saber: los discípulos, Jesús, e, hipotéticamente hablando, sus padres. Por lo tanto, en la misión de la iglesia se requiere la contribución y el acompañamiento tanto de las generaciones emergentes como la de sus padres.

Las Epístolas Pastorales constituyen un manual formativo para los nuevos líderes emergentes, quienes han de tomar el relevo y seguir la carrera de la vida y el ministerio. Pablo, ya próximo a su partida, trabajó intencionalmente en la integración de las nuevas generaciones en la vida y misión de la iglesia. Por este motivo, les prescribe a sus discípulos e hijos espirituales la forma cómo debían conducirse en la iglesia de Dios, columna y baluarte de la verdad (I Timo. 3:15). En las epístolas pastorales, el evangelio y la misión vienen a ser un patrimonio cuya integridad debe garantizarse mediante la transmisión segura (I Timo. 5:21-22 y II Timo. 2:2). Resulta llamativo que, ya desde la Iglesia Primitiva, ser joven pareciera ser visto de forma despectiva; y que la juventud no parecía estar realmente integrada en la congregación ni en la vida espiritual de la iglesia. En efecto, en I Timoteo 4:12 el Apóstol Pablo dice: “ninguno tenga en poco tu juventud”, o sea, “no te desprecie” o “no te tenga en cuenta” por el mero hecho de ser joven. Sin embargo, Pablo veía en la juventud el gran potencial de ser “modelo” para los creyentes –lo cual se puede interpretar como un mensaje crítico dirigido entre líneas a los líderes mayores–. Pablo resalta que el ministro joven tiene la capacidad de estar activo en la misión de la iglesia, podemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué visión tenemos de nuestros jóvenes? ¿Se trata de un grupo pasivo al cual hay que mantener contento y entretenido en la iglesia en lo que crecen un poco más? Pablo, quien representa la tradición, el liderazgo establecido, y el veterano quien ha dado el todo por crear y mantener lo que hoy se conoce como iglesia, reconoce que el joven Timoteo está capacitado para realizar un buen trabajo, y no lo discrimina por su juventud. El conocimiento que tenía Pablo de este joven líder no era de oídas, ni por recomendación ajena, o porque era el amigo o el hijo de un amigo. Pablo conocía quién era Timoteo, y Pablo había tomado el tiempo de ser un mentor, y depositar en este joven ministro tiempo los fundamentos de lo que es la misión de la iglesia. ¿Cuánto tiempo estamos invirtiendo como líderes y como organización en nuestros jóvenes? Nuestro ejercicio de integración de los jóvenes a la misión de la iglesia debe ser intencional.

En I Timoteo 4: 12, Pablo destaca cinco cualidades en los jóvenes que los hace modelos de conducta para toda la iglesia, las cuales no sólo se deben cultivar sino también ser explotadas a pleno rendimiento. En efecto, la generación emergente: 1) es dotada para la comunicación (conocen el idioma o lenguaje del siglo XXI ); 2) es capaz de mantener altos estándares de conducta; 3) es amorosa y compasiva; 4) está llena de fe (la etapa de la adolescencia y la juventud se caracterizan, como se sabe, por el desarrollo de un gran sentido del optimismo, del idealismo y hasta de cierto utopismo, es la etapa en que uno cree que se puede cambiar el mundo si se involucra y se trabaja en ello); 5) pueden llegar a ser modelos de pureza.

En nuestras funciones respectivas de líderes y educadores, los textos analizados nos hacen reflexionar sobre el futuro y la integración de las nuevas generaciones. Por una parte, La misión de nuestra iglesia puede tomar un camino diferente, si trabajamos con generaciones adultas y nuevas generaciones. Por otra parte, no es fácil comprender las Sagradas Escrituras, por la tradición que se ha formado alrededor de ellas. Junto a muchas mujeres y hombres renombrados en la historia bíblica, se encuentran también muchos niños y jóvenes que han sido actantes y pensadores. Por tal motivo, debemos rescatar los textos bíblicos que ponen de realce a las nuevas generaciones como protagonistas activos, aclarando que la Palabra de Dios siempre ha dado lugar a todos por igual.


II. Propuestas viables para la integración de las NG a la misión de la Iglesia


La forma cómo interpretamos la vida está cambiando radicalmente, y esto es porque el mundo en el que vivimos y la cultura están en movimiento. Hoy día, esto último es lo único que permanece, y todo está cambiando porque la vida misma, en su esencia, es movimiento. La generación emergente, al existir en una cultura en movimiento, es una generación que cuestiona y que está en búsqueda. Antes de presentar algunas propuestas de integración de las nuevas generaciones, es menester enfocar tres áreas en las que la iglesia debe trabajar, las cuales se expondrán por razón de orden y pragmatismo: liderazgo, mensaje y estructura.9

1. Liderazgo

Una integración de las nuevas generaciones requiere, en primer lugar, que reformemos nuestro estilo de liderazgo. En efecto, hemos tenido liderazgos autoritarios que se basan en la capacidad de una persona de ordenar, monopolizar y perpetuarse en su posición, y esto a costa de sacrificar la renovación natural de lo que llamamos recambio generacional o generación emergente. Con este fin, es menester que demos el gran salto, que realicemos la transición, y que pasemos, como decíamos páginas atrás, de “hacer” a “ser”. Hemos de dejar de ser líderes que se basan en el poder, el control y la coerción, ya que el liderazgo autoritario “aniquila” la innovación, la creatividad, la inteligencia múltiples que son valores y características esenciales de la nueva generación.

Al presente, hemos tenido en la iglesia un liderazgo “carismático”, que tiene que ver con personalidades atractivas, e incluso influyentes, pero que tan sólo han sido eso: “personajes atractivos” y admirables, pero que carecen de carácter, autoridad y testimonio. La nueva cultura demanda que la iglesia tenga líderes de carácter, idoneidad y servicio; cuyas vocación y competencia estén respaldadas por su testimonio e integridad. El liderazgo en el siglo XX fue definido como “influencia”, o sea, la capacidad de llevar a otros a hacer no sólo lo que no quieren hacer, sino que hasta lo hagan con agrado. Sin embargo, en el siglo XXI el liderazgo tiene que ver con la capacidad de transformar y no solamente influir, no solo que la gente haga cosas buenas sino que sean buenos, eso es “transformación”. No se trata aquí de una falacia, por cuanto hemos tenido líderes en el mundo que han sido a la vez influyentes y transformadores. Las generaciones emergentes requieren, para su transformación y desarrollo en el seno de la iglesia, dos estilos de liderazgo: a) el liderazgo facilitador; y b) el liderazgo trascendente, los cuales pasaremos a detallar a continuación.

a) Liderazgo Facilitador: Hombres y mujeres que brinden espacios de desarrollo y crecimiento a los demás, es lo que hizo Bernabé con Pablo, Pablo con Timoteo, Elí con Samuel; éstos son ejemplos de ministros que tenían un liderazgo facilitador, es decir, un liderazgo que “suma”. El caso de Moisés y Josué es llamativo, y es lo que necesitamos hoy: que los líderes mayores sean nuestros mentores y nos validen; que además de llamarnos líderes, también extiendan sus manos sobre nosotros ante el pueblo. Este es el liderazgo actual, un liderazgo amigable, fraterno, “en y no desde”, cercano, y relacional. El liderazgo de hoy es uno que tiene la capacidad de convocar a todos y todas, ser como un director de orquestas, quien logra armonizar los distintos instrumentos para que el sonido no sólo sea grato sino de calidad. Esta generación emergente es “multifuncional y global” por ello el liderazgo local debe ser transversal, flexible y versátil. En otras palabras un facilitador.

b) Liderazgo trascendente: un liderazgo que no impresione sino que impacte, un liderazgo que influya, pero que también transforme. Un liderazgo íntegro, innovador, creativo, informado y relevante. Un liderazgo trascendente es uno que tiene función apostólica que desarrolla a otros, impulsa nuevas ideas, diversifica servicios y da las pautas para el futuro. Un liderazgo trascendente es también uno con función profética que tiene la palabra de Dios, denuncia y anuncia, orienta y canaliza las acciones a seguir.

2. Mensaje

En la integración de la nueva generación debemos trabajar intencionalmente en nuestro mensaje. Este debe ser informado, pertinente, contingente, contextual, amigable, interesante y razonable. El mensaje debe ser pertinente al “ethos” de la gente. Una de las mayores críticas de la juventud es que la iglesia está dando respuestas a preguntas que nadie está haciendo o da respuestas viejas a preguntas nuevas. El problema no estriba en la teología, o en nuestra fe, sino en la metodología que aplicamos. Hablamos de una manera que esta generación no entiende, porque no estamos sintonizados con el mundo. Es más, nuestro lenguaje es tan “eclesial”, que nos hacemos inentendible e irrelevante para nuestra cultura. Por ejemplo, cuando alguien se aleja de la iglesia, o por diversas razones alguien no se congrega, usamos términos como “ya no camina” o “se enfrió”, “se fue para Egipto”. Debemos innovar en la trasmisión del mensaje, esta generación es “multifuncional y multisensorial”, o sea, no sólo quieren oír, sino también ver y sentir. La predicación del mensaje, por ende, no solo debería ser un monólogo largo y tedioso, sino participativo e interactivo, con la inclusión de sonidos, imágenes y colores. Tal vez, nuestros sermones serían más atractivos si usáramos la tecnología eficazmente para anunciar muestro mensaje. Para poder conectar y sintonizar con la nueva generación debemos conocerla, saber a quién le estamos hablando, y, para ello, debemos saber lo que está pasando. En otras palabras, hemos de estar actualizados, y no lo estamos porque la iglesia no mira los indicadores, ni las variantes, y por eso no nos conectamos con ellos. El formato de nuestras reuniones y nuestro mensaje están diseñados y orientados hacia gente de 40 años para arriba, pero si deseamos integrar a la nueva generación debemos comunicarnos con ella a su nivel. Nuestras predicaciones no les llaman la atención porque son del siglo pasado: les damos disertaciones sobre la Biblia como un manual para la vida, pero los jóvenes de hoy no leen manuales. Ellos compran un aparato de tecnología, y sin ni siquiera leer el manual, lo ponen a funcionar siguiendo su intuición. Los jóvenes no leen la Biblia porque les hemos dicho que es un libro, mas debemos cambiar el discurso, y decirles que la Biblia no tiene las respuestas sino las preguntas, que no es una brújula, sino un Gps que indica dónde estamos y hacia adónde ir. La iglesia tradicional o histórica nos predicaba del Cristo del ayer, la iglesia carismática y pentecostal nos predica del Cristo del mañana, no obstante, necesitamos predicar el Cristo de hoy, ese Jesús que se conecta con la gente y sus necesidades. Debemos cambiar algunos énfasis en nuestro mensaje: por años hemos estado predicando a Moisés y no hemos predicado a Jesús. Hemos hecho más énfasis en la ley que a la gracia, y hemos predicado “conducta” y no “actitud”; o sea, me refiero a que nuestro mensaje ha estado enfocado más en lo exterior que en lo interior, hemos querido informar a las personas cuando Cristo quiere transformar al hombre. En otras palabras, le damos más valor al hacer que al ser. La ley de Moisés era sólo conducta y cuestiones externas, mas, sin embargo, el mensaje de Jesús tenía que ver con las motivaciones, las actitudes, lo interior, y no solo hacer cosas buenas sino ser buenos. En el sermón del monte Jesús lo enseña en forma brillante: la acción importa menos que la intencionalidad; y por ello el evangelio es poder de Dios, porque transforma al hombre desde su interior. Por consiguiente, nuestro énfasis en el mensaje debe cambiar y ser Cristo: el evangelio de Jesús es contacto no concepto, es relación no religión.

3. Estructura

La estructura (del latín structūra) es la disposición y orden de las partes dentro de un todo. También puede entenderse como un sistema de conceptos coherentes enlazados, cuyo objetivo es precisar la esencia del objeto de estudio. 10 Cuando nos referimos a estructura hablamos de la organización y gobierno de la iglesia, o sea, al sistema donde convergen todos los actores. La estructura es para el líder, no el líder para la estructura. El problema es que la iglesia ha “sacralizado” la estructura y no los ministerios, le hemos dado mayor valor a las posiciones eclesiásticas, y no validamos las nuevas expresiones del servicio cristiano.

El éxito de la iglesia está en una estructura flexible pues ésta genera mejores condiciones para el liderazgo y las nuevas ideas e innovación. No obstante, las estructuras estáticas matan la organización y la creatividad. Así lo expresa el Dr. John A. Sims:

El peligro que presentan para el reino las estructuras organizacionales institucionales no radica en las estructuras en sí, sino en la propensión que los individuos tienen a depender en el poder de la organización y las formas de vida que genera. Las estructuras tienden a convertirse en impersonales, burocráticas competitivas. La iglesia puede moldearse fácilmente tras el modelo de estructuras seculares, organizado para la eficiencia y el lucro. No obstante, cuando así lo hace el pueblo de Dios tiende a ser primordialmente valorado por su lealtad a la organización. Los líderes se convierten en administradores seguidores de principios de administración moderna, en vez de guiar por ejemplo espiritual… Su propósito fue formar una comunidad de creyentes amorosos, cariñosos y serviciales.11

Como iglesia, debemos quitar el énfasis en el estructuralismo y hacer nuestra iglesia más funcional, con base en los objetivos, los talentos, las necesidades y las personas. Cuando una iglesia no cambia es porque es estructuralista, y ha hecho de esto un valor y adora su forma y posición. La iglesia debe hacerse más funcional para conectarse con la nueva generación y ser una organización inteligente, esto es, que se adapta al medio, más práctica, operacional, relacional, amigable, cercana, que no se impone sino que se dispone y reconstruye. La organización de la iglesia debe hacerse más ecléctica, versátil, flexible, relacional, que conecte con el ser humano actual. La nueva generación se conecta más “relacionalmente” que “estructuralmente”. La generación emergente no es denominacional, sino que es más diversa e inclusiva, le gusta el movimiento de Jesús más que el aparato denominacional, ya que el movimiento de Jesús está basado en sus enseñanzas de amor, paz, justicia y fraternidad. La iglesia debe abrir nuevos espacios y validar nuevos ministerios y apostolados, para extender su máximo potencial de crecimiento. La Iglesia solamente valida y certifica el pastorado formal en una congregación convencional, hoy tenemos que reconocer el ministerio laico mas allá de las fronteras de la iglesia y el templo.

Ministerios laicos dirigidos a las tribus urbanas, pastores net, ministerio de lectores, deportistas, artistas, etc. Ministerios dedicados a los políticos, lo cual no significa que un pastor se haga un político partidista, sino que es posible que un laico que está dedicado a la política sea llamado a una labor pastoral con ellos; y esto sin necesariamente entrar en competencia con la pastoral sino que amplía la influencia del reino de Dios. El ministerio laico extiende el potencial de crecimiento de la iglesia. El estructuralismo y poca flexibilidad de nuestras organizaciones está matando a la nueva generación. Al respecto, el Dr. David Ramírez expone lo siguiente:

[...] Nuestras culturas tienden a retrasar las actividades funcionales significativas de la personas hasta después de sus veinte años de edad […] Si nuestra juventud está entrampad en la ambigüedad de su definición funcional en la sociedad, y además inhabilitada de asumir un rol a temprana edad, entonces, surgen muchas razones el para el suicidio, las drogas, el alcohol y el crimen, conductas comunes en este segmento social.12

La iglesia debe ser un sistema más abierto y dinámico, que cumpla su rol de “salar e iluminar” a través de nuevos servicios cristianos dedicados a influir en la cultura, por medio de nuevos ministerios. Esto se hace necesario porque la generación emergente tiene una nueva forma de entender la vida y el mundo. Ellos están construyendo una nueva cultura con una estructura diferente, con su propia moda, gobierno, economía, comunicación; tienen su lenguaje propio, su iconografía, su propia imagen. Esto nos desafía a crear y reconocer nuevos espacios de ministerios y servicios cristianos para ellos. No sólo están creando sus nuevas expresiones culturales, sino que están creando su propio significado de familia. En efecto, es muy común escucharles decir que sus amigos son su familia pues pasan más tiempo con ellos que con sus padres, y tienen frases comunes como: “los amigos no se divorcian”, etc. Si están definiendo su propia visión de la cultura y la familia… ¿Y qué de la iglesia? Ellos tienen su religión propia, buscan espiritualidad nueva que les sea significativa.

Algunas propuestas de integración

1. Reconocer y validar el ministerio a las nuevas generaciones
a. Fomentar y promover ministerios dedicados a los niños y jóvenes
b. Dignificar y dar valor a las nuevas generaciones y a sus representantes (líderes)
c. Crear espacios reales de participación de las nuevas generaciones en la educación,
la liturgia y la administración de la iglesia.
d. Destacar la importancia de las nuevas generaciones para Dios, los líderes y la
iglesia.
e. Invertir tiempo en ellos (un interés genuino) y conocerles.

2. Las nuevas generaciones son una fuerza de Misión
a. Asumir la centralidad de las nuevas generaciones en la misión de la Iglesia (Mr.
10:14).
b. Mirar a la nuevas generaciones como el mayor “recurso y patrimonio” de Dios par la misión. Tienen las habilidades y competencias para informar y cumplir la misión poseen el tiempo, capacidad y manejo de la tecnología y las artes (baile, teatro,
música, etc.)
c. Tienen mayor inserción social, son integradores. Reconocen la importancia de l comunidad.
d. Están más informados, conocen la cultura y lenguaje del siglo XXI.

3. Las Nuevas generaciones como modelo de liderazgo. ( I Tim. 4:12)
a. Creen en un liderazgo circular y participativo. Fomentan y cultivan las inteligencia múltiples y colectivas.
b. Son preactivos, organizados, ganadores, energizados, productivos y eficaces.

4. Una pastoral intencional hacia la nueva generación.
a. Diseñar ministerios que le den seguimiento desde la niñez, “sin perderles l pista”, a fin de cuando lleguen a la adolescencia y juventud, ya estén insertos en
forma natural en la misión de la iglesia.
b. Menos críticas y más oportunidades y confianza.
c. Incentivarles a la educación y el trabajo (superación personal). Orientació vocacional y empleabilidad.
d. Crear espacios de crecimiento y desarrollo integral.
e. Fomentar los movimientos “cristianos estudiantiles” como GBU (grupo bíblicos universitarios), MEC (Movimiento estudiantil cristiano).
f. Promocionar programas de “mentorías” para adolescentes por parte de jóvene adultos (18–25 años).
g. Trabajar proyectos Intuitivos y creativos. (Dejarnos dirigir por el poder de Espíritu Santo para alcanzar y responder a las necesidades y demandas de las
nuevas generaciones).
h. Comunicar el evangelio en una forma clara en sus términos, sencilla, directa inteligente y razonable.
i. Generar espacios donde las nuevas generaciones tengan la motivación identificación y autonomía, donde usen y activen sus dones y talentos.
j. Crear nuevos ministerios donde ampliar y diversificar los servicios cristianos y conectar la generación emergente, por ejemplo: Talleres de Artes (pinturas, canto, baile, deportes, juegos, dinámicas, mimos, etc.). Ministerios de profesionales en distintas áreas como la salud, la docencia, el deporte, políticos historiadores, etc. (conectar en la misión de la iglesia a las nuevas generacione desde la utilidad se sus oficios o profesiones).
k. Crear “redes de colaboración en el ciber espacio” donde los jóvenes interactúen, aporten y hagan su contribución.


Conclusión

Hoy en día, las generaciones emergentes ya no están pidiendo participar en los procesos y tarea misional de la iglesia, puesto que ya están dentro de la misma. Están contribuyendo en el propio desarrollo de la iglesia. Son las generaciones emergentes las que están trabajando en áreas como la música, misiones, enseñanza, tecnología, arte, etc. La participación y contribución de las generaciones emergentes debe promocionarse, fomentarse. Dios se ha comprometido e involucrado en el desarrollo de las generaciones emergentes. Es deber de la iglesia y su liderazgo facilitar la renovación, vitalización del ministerio y la misión dando lugar y más espacios a las nuevas generaciones.

1 Romanos 8:19-22 (RV 1960)
2. Http://www.melvinrivera.com/viajes-ypartes-de-mi-ultima-conferencia/
3 Zapata, Junior, La generación emergente, Editorial Vida, 2005, 53.
4 Theo G. Donner, Fe y Posmodernidad, Editorial CLIE, 2004, p. 37.
5 Eddie, Gibbs, La iglesia del Futuro, Editorial Vida, 2004, p. 45.
6 http://melvinrivera.com/mis-viajes-y-parte-de-mi-ultima-conferencia/
7Ibid
8www.entrecristianos.com/…./ Alcanzando_a_la_generacion_del_milenio
9 Este modelo fue tomado de un plan de trabajo del consejo asesor de la supervisión Territorio Central de Chile de la Iglesia de Dios.
10 http://es.wikipedia.org/wiki/Estructura
11 Sims, John A.., Nuestra herencia pentecostal, Editorial Evangélica, p. 49.
12 Bonilla Yattenciy, Cristo y el Cristianismo,. Dos grandes enemigos, Editorial Flerec-Semisud (prefacio)

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