viernes, 30 de julio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿CUÁNDO Y CÓMO DEBEMOS ORAR?


La oración es el camino correcto para que Dios pueda conocer nuestras necesidades, no porque no las sepa, pues conoce cada necesidad o deseo nuestro, sino que es importante para poder crear ese vínculo perfecto para que nuestras vidas se llenen de bendición, en función de hacer su voluntad y de alinear lo que queremos a lo que él como nuestro Padre quiere.

Saludos y bendiciones

José Luis

¿Cuándo y cómo debemos orar? 

Efesios 6:18


“orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos."


¿Cómo evaluarías tu vida de oración actualmente? ¿Oras regularmente? ¿Cuándo sueles orar? ¿Cómo son tus oraciones? Si hay algo en tu tiempo de comunión con Dios que no te satisface, no te desanimes. Muchos creyentes luchan por mejorar su vida de oración, y encuentran dificultad para lograrlo. Pero en la Biblia encontramos consejos que pueden ayudarnos a mejorarla.


En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo aconseja a los efesios que deben orar, ¿cuándo? ¿Cuándo las cosas no anden bien? No. Debemos orar “en todo tiempo”, en las buenas y en las malas, en la alegría y en la tristeza, en los triunfos y en las derrotas. Muchas personas se acuerdan de orar solamente cuando están en medio de una prueba, sin embargo una verdadera vida de oración se caracteriza por la búsqueda de Dios de una manera metódica y frecuente. No depende de si tienes o no deseos de orar, o si crees que lo necesitas o no; orar es un compromiso que va más allá de las emociones y los sentimientos.


Debemos ser perseverantes en la oración. Colosenses 4:2 dice: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias." Quizás en ocasiones sintamos que llevamos mucho tiempo orando acerca de lo mismo sin recibir respuesta, pero debemos continuar firmes confiando en que Dios está en control y que él nos contestará en su tiempo, en el momento perfecto. A esto se refirió Jesús por medio de esta parábola en Lucas 18: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia."


Cuando ya no deseamos orar más, cuando la decepción y el desaliento se están apoderando de nosotros, es cuando más tenemos que orar. El Señor nos dice que oremos siempre y no desmayemos, sino que continuemos insistiendo pues la respuesta de los cielos no habrá de tardar. Debemos perseverar en la oración con la expectativa de que veremos los resultados, y de que éstos serán mejores aún de lo que nosotros podemos imaginar. Así obra nuestro Dios, pues él "es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos", dice Efesios 3:20.


También debemos orar con un espíritu de acción de gracias. Filipenses 4:6 dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” No olvidemos agradecer a Dios por la bondad que nos ha mostrado y la que nos mostrará en el futuro. Agradécele por escucharte, por su fidelidad y por la respuesta que habrás de recibir.


Por último, el pasaje de hoy nos exhorta a orar “con toda oración y súplica en el Espíritu.” Orar en el Espíritu quiere decir orar sintiendo intensamente en el corazón el deseo de hacer la voluntad de Dios. Cuando oramos en el Espíritu podemos tener la seguridad de que, aunque no sepamos exactamente cómo y qué pedir, el Espíritu Santo nos ayudará en nuestra debilidad, escudriñando nuestros corazones, y haciendo llegar nuestra súplica hasta Dios. Eso dice Romanos 8:26-27.


ORACION: Amante Padre celestial, me postro ante tu trono de gracia para adorarte, y darte gracias por todas la bendiciones que diariamente recibo de ti, y las que recibiré en el futuro. Pon en mí, oh Dios, un ferviente deseo de buscar tu rostro en oración cada día de mi vida, para honrar y glorificar tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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