viernes, 30 de julio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿CUÁNTO ERES CAPAZ DE DAR?


Una de las partes más complejas de seguir a Cristo para la mayoría de personas es el DAR, el texto de hoy nos enseña cual es la manera correcta de hacerlo.

Saludos y bendiciones
José Luis
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¿Cuánto eres capaz de dar? 

2 Corintios 8:1-5 




“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios.”


El apóstol Pablo estaba organizando una ofrenda para la iglesia en Jerusalén (1 Corintios 16:1-4). Esta era la madre de las demás iglesias, pero era pobre y el deseo de Pablo era que las iglesias gentiles recordaran y ayudaran a aquella que era su madre en la fe. En este pasaje, Pablo les habla a los corintios acerca de la generosidad de las iglesias de Macedonia las cuales, a pesar de su gran pobreza, le habían rogado a él que les concediese el privilegio de participar en este servicio para los santos y habían dado no sólo conforme a sus fuerzas sino “aun más allá de sus fuerzas.” Por eso, en medio de las grandes pruebas que atravesaban, habían recibido la gracia de Dios y disfrutaban de gozo abundante. 


En Marcos 12:41-44 dice: “Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.” Mientras Jesús observaba a los ricos escenificando un gran espectáculo al depositar sus ofrendas, le llamó la atención una pobre viuda que, muy humildemente, se acercó y depositó dos blancas en el arca de las ofrendas. La blanca era la moneda de menor valor que circulaba en Palestina. Aquella mujer pudo haberse guardado una moneda. No habría sido mucho, pero algo hubiera sido. Sin embargo, ella dio todo lo que tenía. Un precioso gesto de generosidad que le valió el elogio del Señor.


Un grupo de cristianos en la provincia de Mizoram, en la India, han encontrado una manera única de dar para la obra del Señor. Cuando el ama de casa prepara las comidas, las cuales consisten primordialmente de arroz, mide justo el arroz necesario para alimentar a su familia. Luego, antes de cocinar ese arroz, la mujer aparta un puñado del mismo. Así va acumulando una cierta cantidad de arroz hasta el domingo, cuando lo lleva a la iglesia y lo junta con el arroz de otras mujeres. La iglesia entonces vende ese arroz y usa las ganancias para apoyar proyectos misioneros. Uno de los artículos que compraron fue una computadora que se usa para traducir la Biblia a su idioma. 


Los macedonios, en medio de su pobreza, fueron generosos en abundancia porque ellos “a sí mismos se dieron primeramente al Señor”, dice el pasaje de hoy. La pobre viuda de Marcos 12 ofrendó todo lo que tenía, porque en su corazón había un sincero deseo de agradar a Dios y lo manifestó con su ofrenda. El grupo de cristianos de Mizoram han sido generosos donando parte de sus alimentos y su tiempo para servir a los necesitados, porque antes ellos han entregado sus vidas a Dios.


La clave de la generosidad es la entrega de nuestro corazón a Dios. Cuando nos damos nosotros mismos al Señor, cuando la vida de Cristo se manifiesta en nosotros, de nuestro corazón nace ser generosos con los demás. Ciertamente no es posible entender la inmensa generosidad de Jesús, al despojarse de su divinidad y venir a este mundo y darse a sí mismo a una muerte tan horrible en la cruz del Calvario, pero debemos tratar de imitar su ejemplo en nuestro diario vivir. Entonces, la gracia de Dios se derramará sobre nosotros y disfrutaremos de su paz y su gozo.


ORACION: Mi amante Padre celestial, te ruego me ayudes a entregar a ti mi corazón para que la vida de Cristo se manifieste en mí y yo pueda dar generosamente para ayudar a todo aquel que tenga necesidad, y así glorificar tu nombre. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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