martes, 13 de julio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: MUCHO OJO CON LA AVARICIA



El texto de hoy puede llegar a ser un tanto controversial en la medida en que no podamos discernir la voluntad del Señor para nuestras vidas en esta área; Dios no quiere que pasemos necesidades, pero tampoco quiere que nuestro corazón esté enfocado solamente en la riqueza material, leamos pidiendo al Espíritu Santo discernimiento, entendimiento y valor para aplicar en nuestras vidas, el mensaje que nos quiere transmitir.

Saludos y bendiciones

José Luis
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Mucho ojo con la avaricia
  
Lucas 12:13-15
“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”


Jesús estaba predicando a la multitud que se había acercado a escucharlo, cuando un hombre le interrumpió para hacerle una petición que nada tenía que ver con la enseñanza espiritual que el Señor estaba predicando: “Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.” Jesús ignoró su pedido, diciéndole que su función no era la de juez o partidor. Ciertamente no había venido el Mesías a tratar de cosas materiales, sino sobre algo mucho más importante: la salvación del mundo. Entonces Jesús aprovecha la ocasión para advertir a todos acerca del peligro de la avaricia.


Según el diccionario, “avaricia” es el “afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.” No hay nada malo en tratar de prosperar económicamente, pero es necesario tener en cuenta que Dios ha establecido ciertas reglas, no con el fin de evitar que nosotros disfrutemos la vida, sino para protegernos de la maldad de este mundo. Lo que muchas veces nosotros creemos que va a resultar en gran disfrute para nosotros, el Señor sabe que es algo temporal y que a la larga nos va a traer malas consecuencias. Debemos, pues, seguir esas reglas, y permitir que el Espíritu Santo nos guíe en todo. Entonces viviremos una vida de paz y prosperidad. Todo lo contrario sucede cuando existe un “afán desordenado” o un “deseo desenfrenado” de obtener riquezas. La avaricia nunca tendrá buenos resultados, “porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, les dijo Jesús.


A través de toda la Biblia encontramos advertencias en relación con la avaricia. Por ejemplo, Proverbios 28:16 dice: “El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.” En el Salmo 119:36 el salmista clama: “Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia.” En varias de las cartas del apóstol Pablo a diferentes iglesias, él incluye la avaricia entre otros pecados como “fornicación, maldad, envidia, homicidios” (Romanos 1:29); “fornicación y toda inmundicia” (Efesios 5:3); “fornicación, impureza, pasiones desordenadas” (Colosenses 3:5). El apóstol Pedro advierte a sus lectores acerca de falsos maestros que estaban afectando a la iglesia de aquellos tiempos: “Llevados por la avaricia, estos falsos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha.” (2 Pedro 2:3).


En Hebreos 13:5 leemos: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.” Sin duda, la Palabra de Dios nos muestra la avaricia como una actitud o sentimiento totalmente opuesto a la fe y la confianza de que nuestro Padre celestial no nos abandonará jamás. Esto implica que tendremos siempre sobre nosotros su cuidado, su protección y su provisión, pues él suplirá todo lo que nos falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, afirma Filipenses 4:19. Jesús también nos anima diciendo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33). El Señor se estaba refiriendo a las cosas básicas para nuestra subsistencia, la comida, la bebida, la ropa. Todo esto nos será provisto por la gracia infinita de Dios si buscamos por encima de todo su presencia en nuestras vidas. Y entonces seremos verdaderamente ricos, ya que “rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita”, dice un conocido refrán.


Por medio de esta enseñanza debemos entender que tenemos que guardarnos de la avaricia, pues es un pecado, y por lo tanto nos separa de Dios. Debemos enfocar nuestros esfuerzos en buscar una comunión intima con el Señor, sabiendo que él se encargará de suplir todas nuestras necesidades.


ORACION: Padre santo, te ruego que me des discernimiento espiritual para reconocer cuando estoy afanándome por las riquezas de este mundo. Ayúdame a ponerte a ti en primer lugar en mi vida, confiando en que tú tendrás cuidado de todo lo demás. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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