martes, 13 de julio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿NECESITAS FUERZAS PARA OBEDECER A DIOS?


La obediencia a Dios siempre se topa con la misma piedra de tropiezo, nuestros deseos humanos y esa inclinación natural a ser orgullosos, desobedientes, rebeldes; por ello el texto de hoy nos lleva a reflexionar sobre la forma en cómo podemos vencer esa inclinación natural y aprender de Cristo a hacer siempre la voluntad del Padre.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Necesitas fuerzas para obedecer a Dios? 

Juan 12: 49-50
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho."


¿Sabes que Dios ha planeado para ti la mejor vida que te puedas imaginar? Jeremías 29:11 dice: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, dice el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.”



Dios tiene planes maravillosos para sus hijos, sin embargo muchas veces nosotros no disfrutamos de esos planes simplemente porque no vivimos una vida de obediencia a las instrucciones de nuestro Padre celestial escritas en su Santa Palabra. Hace muchos siglos, Moisés se dirigió al pueblo de Israel, y les advirtió acerca de este principio básico. Allí les dijo: “Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” (Deuteronomio 30:9-10). Es decir, primero obedecemos y después recibimos las bendiciones.

¿Piensas que la obediencia es algo muy difícil de lograr? El pasaje de hoy nos enseña que Jesús, mientras estuvo en la tierra, no habló ni actuó por su propia iniciativa, sino bajo la constante guía del Padre. En otras palabras, Jesús nos dejó un ejemplo a seguir al asegurarnos que él descansaba en la dirección y en la fortaleza de Dios para permanecer en obediencia, y nos mostró que nosotros podemos hacer lo mismo. Por ejemplo, cuando la tentación llega a nuestra vida y sentimos la urgencia de la carne, podemos acudir a Dios. Tenemos la seguridad de que él será fiel en ayudarnos, porque así lo dice su Palabra: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." (1 Corintios 10:13).


En Getsemaní, a pocas horas de su muerte, Jesús se enfrentó a la prueba más terrible de su vida. Por un lado su deseo de obedecer la voluntad del Padre, por otro lado, en su condición de hombre, sentía la urgencia de huir de tan horribles circunstancias. Tal era su agonía que confesó a sus discípulos: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte..." Y en medio de aquella tremenda lucha, Jesús se postró tres veces clamando al Padre por fortaleza, mientras le repetía que hiciera su voluntad aún en contra de sus propios deseos. Y dice la Biblia que entonces “se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.”(Lucas 22:43). Sólo así pudo Jesús obedecer al pie de la letra el plan de Dios, enfrentándose a la horrible muerte de la cruz, y cargando sobre sus hombros todos los pecados de la humanidad.
Seguramente encontrarás muchas situaciones en las que no tendrás la fuerza suficiente para obedecer la palabra de Dios. La tentación es demasiado fuerte, la carne te empuja a desobedecer. ¿Qué debes hacer? Jesús predicó con su ejemplo siempre. Y uno de los últimos consejos que dio a sus discípulos fue: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil." (Mateo 26:41). 



La carne es débil. No podemos confiar en ella para que guíe nuestras acciones. Por medio de la oración, el Espíritu Santo toma control y guía a nuestro espíritu por el camino correcto para que los planes de Dios se lleven a cabo. Primero, nos da discernimiento para entender las instrucciones de Dios. Segundo, nos da la fuerza y el valor para obedecer estas instrucciones. El resultado siempre es paz, felicidad y prosperidad.

ORACION: Padre santo, quiero obedecer tu palabra, pero reconozco ante ti que soy muy débil para hacer tu voluntad. Tu palabra dice que tu poder se perfecciona en nuestra debilidad. Te ruego que me des la fortaleza para obedecerte en todo, aún en contra de mis deseos. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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