martes, 31 de agosto de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿ESTÁS IMPIDIENDO QUE LA GRACIA DE DIOS FLUYA EN TI?


Según el texto de hoy, nosotros mismo podemos ser la causa para que las bendiciones de Dios no fluyan en nuestras vidas, es eso posible?, sí, en la medida en que seamos desobedientes a su palabra, no busquemos en oración su voluntad para nuestras vidas, queramos actuar bajo nuestras propias reglas y normas, pensemos que somos dueños de la verdad y que las cosas solo pueden realizarse a nuestra manera exclusivamente, por lo que debemos analizar con humildad lo que se señala, mirar si forma parte de nuestra vida y hacer el esfuerzo necesario para cambiar aquello que no sea correcto. Mi oración en esta semana será para que la gracia de Dios fluya en nuestras vidas.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Estás impidiendo que la gracia de Dios fluya en ti? 

Santiago 4:1-6


“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”


Si tú has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, tienes vida eterna, y aunque no puedes perder tu salvación, tu actitud y tu comportamiento pueden impedir que la gracia de Dios fluya en tu vida y que sus bendiciones lleguen a manifestarse en ti y tus seres queridos. El pasaje de hoy dice que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Pero, ¿puede un hijo de Dios ser soberbio y orgulloso? Por supuesto que sí. De hecho, esta ha sido la causa por la cual muchos siervos de Dios han caído de una posición prominente. 


El doctor Don McMinn, en su libro “Fortalezas Espirituales”, define el orgullo como “exceso de auto estima, arrogancia, engreimiento, preocupación por uno mismo.” Fue esta precisamente la actitud que llevó a Adán y a Eva a desobedecer a Dios. Se preocuparon por sí mismos, pensaron que iban a ser iguales a Dios; en su arrogancia y engreimiento llegaron a la conclusión de que no necesitaban depender más de Dios, por lo tanto ellos podían tomar sus propias decisiones. Entonces comieron la fruta prohibida, y esto fue el inicio de su caída. En su libro, McMinn hace una lista de las características de la persona orgullosa: “egoísta, ostentosa, altiva, arrogante, vana, vanidosa, arrogante, inmodesta, exigente, renuente a aceptar críticas o a admitir los defectos propios, materialista, deseosa de estar siempre en control, incapaz de aceptar la dirección de Dios.” 


La primera recomendación de McMinn para eliminar el orgullo es desarrollar humildad. La Biblia nos instruye a humillarnos a nosotros mismos, y entonces recibiremos el favor de Dios. Mateo 18:4 dice: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” Y 1 Pedro 5:6: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” Está claro que podemos ser humildes si hacemos el esfuerzo, y Dios espera que lo hagamos. El promete sabiduría y honra a aquellos que son humildes. Dice Proverbios 11:2: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.” Y Proverbios 29:23 declara: “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.”Todos los demás pecados, de una manera u otra manifiestan una necesidad. El orgullo es el único pecado que afirma: “No necesito nada. Yo puedo valerme por mí mismo”. Esto es exactamente por lo que Dios lo aborrece y lo resiste.


Medita en esta enseñanza. ¿Sientes que estás actuando con orgullo? Si es así, no olvides que estás impidiendo que la gracia y el favor de Dios se manifiesten en ti y tu familia. Y recuerda que Dios anhela que te humilles delante de él, para exaltarte. Lo primero que tienes que hacer es rechazar tu autosuficiencia y reconocer que debes depender de Dios para todo, pues separados de él, nada podemos hacer.


ORACION: Mi bendito Padre celestial, te pido que me ayudes a ser humilde, y depender de ti en todos mis actos, agradarte y obedecerte cada día de mi vida, para honrar y glorificar tu nombre y recibir todas las bendiciones que tú tienes para mi y mi familia. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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