lunes, 30 de agosto de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?


El texto de hoy es muy didáctico y nos invita a reflexionar acerca del Espíritu Santo como parte de la trinidad que forma con Dios Padre y Dios hijo, pero con actitudes, funciones y características específicas que lo hacen nuestra consolador.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Quién es el Espíritu Santo? 

Juan 16:5-15


“Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”


Hay muchos conceptos erróneos sobre el Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza activa o una energía espiritual. Otros consideran al Espíritu Santo como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. Algunos se concentran en el Espíritu Santo y los dones espirituales. Otros se van al extremo opuesto y apenas mencionan al Espíritu Santo.


Ahora bien, ¿qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? 
Puesto en una manera sencilla, la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.” (1 Juan 5:7). Los atributos de cada miembro de la Trinidad están presentes en los tres. Por tanto, el Espíritu Santo es omnisciente (lo sabe todo), omnipotente (todopoderoso) y omnipresente (está en todo lugar a la vez). 


El Espíritu Santo es una persona. Sabemos esto porque las Escrituras nos dicen que él tiene cuatro cualidades importantes de una persona: conocimiento, voluntad, emociones y actividad:


Conocimiento:
El Espíritu Santo conoce los pensamientos de Dios y los revela a los creyentes. 1 Corintios 2:10, 11: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”


Voluntad:
El Espíritu Santo ejerce su voluntad en la distribución de los dones a los creyentes. 1 Corintios 12:7-11: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.


Emociones:
El Espíritu Santo está también lleno de amor. Romanos 15:30: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios.” También se entristece ante el mal comportamiento de los hijos de Dios. Efesios 4:30: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”


Actividad:
El Espíritu Santo actúa como nuestro consolador, ayudador, maestro y guía, dice el pasaje de hoy. Convence al mundo de pecado, nos guía a toda verdad, nos hará saber las cosas que habrán de venir. 
Para lograr la redención del hombre, el Padre envió a su Hijo a la tierra para que tomara forma humana y se convirtiera en nuestro Salvador. Al volver al cielo, Jesús envió al Espíritu Santo para vivir dentro de los creyentes. La presencia del Consolador en nosotros nos identifica como posesión de Dios, nos separa del mundo incrédulo y es la garantía divina de que pertenecemos al Señor para siempre. La obra del Espíritu Santo es conformarnos a la imagen de Cristo y vivir la vida de Jesús a través de nosotros. 


ORACION: Padre santo, te doy gracias por tu plan de salvación para la humanidad. Gracias por tu Hijo Jesucristo que me ha librado de la condenación eterna y por tu Espíritu Santo que me está preparando para vivir junto a ti por la eternidad. Por Cristo Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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