martes, 21 de septiembre de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿QUIERES AVIVAR EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO?


El Espíritu Santo es la persona diseñada por Dios para consolarnos, cuidarnos, guiarnos y apoyarnos en el desarrollo de nuestra relación con el Padre, por eso el texto de hoy plantea como importante la tarea de avivar ese fuego, meditemos con atención en lo propuesto a fin de proveer a nuestras vidas de un recurso importante y que marcará una enorme diferencia.

Saludos y bendiciones

José Luis
-------------------

¿Quieres avivar el fuego del Espíritu Santo? 

2 Timoteo 1:6-9


“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo.”


Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, y somos sellados como propiedad de Dios. Así dice 2 Corintios 1:21, 22: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” “Arras” es lo que se da como señal o garantía en un contrato. Es la parte inicial de algo que ha de completarse después. Aquí comienza el proceso de santificación durante el cual el Espíritu Santo produce en nosotros cambios que van eliminando todo aquello que pertenecía a nuestra vieja naturaleza, y creando nuevas costumbres, nuevos principios y una nueva dirección en nuestras vidas cuyo fin es que en nosotros se lleve a cabo el propósito de Dios de que lleguemos a ser “conformes a la imagen de su Hijo”, según dice Romanos 8:28.

 
En este proceso nosotros debemos tomar parte activa. La Biblia nos exhorta a que seamos “llenos del Espíritu.” (Efesios 5:18). Esto sólo podemos conseguirlo por medio de una íntima comunión con Dios en la cual el Espíritu Santo irá ocupando cada vez más áreas de nuestra vida y así tomando el control en todas las situaciones en las que nos encontremos. En el pasaje de hoy, que es parte de la segunda carta de Pablo a su hijo espiritual Timoteo, él exhorta a su joven discípulo a “avivar el fuego del Espíritu.” Timoteo había recibido el Espíritu Santo por la imposición de las manos del apóstol Pablo. Ahora era su responsabilidad actuar de manera tal que la acción del Espíritu Santo no se mitigara en su vida, sino todo lo contrario, que se convirtiera en fuego consumidor de todo aquello que pudiera impedir que el poder y el amor de Dios se manifestaran en su vida.“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”, le dice Pablo. Esto implica vivir una vida de santidad en la que la mente y el carácter de Cristo se manifiesten constantemente.


De igual manera, en su primera carta a los tesalonicenses, Pablo los exhorta a mantener ciertas actitudes que glorifican el nombre de Dios, como “…que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos; estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias en todo…” (1 Tesalonicenses 5:15-18). Y entonces les dice: "No apaguéis al Espíritu." Claramente vemos que el fuego del Espíritu Santo puede ser avivado como también puede ser apagado. Y vemos también que esto depende exclusivamente del creyente y no de Dios. El Señor quiere que ese fuego se mantenga vivo, pero es nuestra responsabilidad actuar de manera que esa llama no se apague. ¿Cómo, pues, se puede apagar y cómo se puede avivar este fuego? 


Debemos entender que el pecado y todo lo que está asociado al mundo apaga el fuego del Espíritu. Por lo tanto debemos eliminarlo de nuestras vidas si queremos crecer espiritualmente. En Hebreos 12:1-2, la Biblia dice: “...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús...” Todo aquello que no esté de acuerdo a la Palabra de Dios tiene que desaparecer de nuestras vidas. En primer lugar el pecado, por supuesto. Pero hay también otras cosas que probablemente no entren en la clasificación de “pecado”, pero que muchas veces constituyen un peso que nos impide “correr” nuestra “carrera” espiritual. Una cosa debemos tener muy clara: tenemos que despojarnos de todo aquello que interfiera en nuestra comunión con el Señor y ponerlo a él en primer lugar. Eso es lo que nos dice la Biblia que hagamos. Hacerlo o no es responsabilidad individual de cada uno de nosotros. Y de ello dependerá que avivemos el fuego del Espíritu o que lo apaguemos.


ORACION: Amantísimo Padre celestial, te ruego me ayudes a ser obediente a tu palabra y a actuar de manera que yo avive el fuego de tu Espíritu Santo, y el proceso de santificación se lleve a cabo en mi vida conforme a tus planes. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

No hay comentarios: