miércoles, 6 de octubre de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: TEN MUCHO CUIDADO CON LA IRA


El texto de hoy es un llamado importante no a controlar nuestras emociones sino a hacerlo ayudados por el poder de Cristo; la ira puede ser un mal consejero y la causa de muchos problemas, de allí que Jesús nos aconseje que incluso dejemos de lado temporalmente nuestra adoración a él (por medio de la ofrenda por ejemplo) para reconciliarnos con nuestro hermano primero, busquemos deliberadamente la forma de poner en práctica este consejo que por lo demás será beneficioso para nuestra vida.

Saludos y bendiciones

José Luis
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Ten mucho cuidado con la ira 
Mateo 5:21-24

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”


Un campesino mató a su mejor amigo en medio de una discusión sobre diferencias políticas. Cuando le preguntaron por qué lo hizo, contestó con estas escalofriantes palabras: “Empezamos pacíficamente, y luego discutimos. Cuando se me terminaron las palabras, lo maté.” 


En el pasaje de hoy, Jesús nos enseña acerca de la estrecha relación que existe entre la ira y el asesinato. Quizás nos parezca muy simple y carente de importancia decirle a alguien “necio”, pero en su inmensa sabiduría, el Señor nos advierte que puede traer muy malas consecuencias. Y el que le diga a su hermano “fatuo”, dice Jesús, “quedará expuesto al infierno de fuego.”Después de la advertencia, Jesús nos da un consejo práctico cuyo fin es apaciguar la ira en una persona que tiene algo contra otra: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Es importante que traigamos nuestra ofrenda al altar con el propósito de adorar a Dios dándole una parte de lo que recibimos de él, pero aun esto debe ocupar un lugar secundario ante la necesidad de evitar que lleguemos a ser controlados por un sentimiento de ira que nos lleve a cometer un asesinato o cualquier otra acción pecaminosa que afecte nuestra relación con Dios. Incluso si es la otra persona la que tiene algo contra ti, este pasaje te exhorta a que tomes la iniciativa en el proceso de reconciliación.


En su carta a los efesios, el apóstol Pablo les advierte sobre el peligro de la ira incontrolada. El reconoce que, como humanos, en cualquier momento algo puede molestarnos e incluso podemos llegar a sentir ira, pero debemos estar muy consientes de que si dejamos que esa ira permanezca en nuestros corazones, el diablo puede aprovecharse y usarla para llevar a cabo sus malignos propósitos. Dice Efesios 4:26-27: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” 


Jesús sintió ira cuando vio a los mercaderes usando el sagrado templo para llevar a cabo sus negocios. Dice Mateo 21:12-13:“Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” Jesús se encoleriza ante la actitud blasfema de aquellos mercaderes y sin ocultar su enojo los echa del templo. Sin embargo, el próximo versículo (v.14) dice: “Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.” Una vez mostró su enojo cuando había que enojarse, Jesús de inmediato reacciona en total control de sus emociones, dispuesto a mostrar su amor y su compasión por aquellos hombres que venían a él en busca de sanidad.


¡Qué maravilloso sería que nosotros pudiésemos reaccionar con esa calma en cualquier situación que se nos presente en nuestras vidas! Pero ningún ser humano puede tener un control tan perfecto de sus emociones a menos que esté totalmente controlado por el poder del Espíritu Santo. Cuando sientas ira contra una persona, ora inmediatamente pidiendo al Señor que la quite de ti, y que su amor y su paz inefable llenen tu corazón.


ORACION: Mi amante Padre, yo he entendido tu mensaje para mí a través de tu Palabra, pero sé que no puedo llevarlo a cabo sin tu ayuda. Por favor lléname de tu Santo Espíritu y controla mis emociones de manera que tu nombre sea siempre glorificado a través de mi testimonio. En el nombre de Jesús. Amén.

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