miércoles, 24 de noviembre de 2010

ARTÍCULOS DE INTERÉS: SI NO EMPIEZO POR CREER, NO COMPRENDERÉ JAMÁS


“SI NO EMPIEZO POR CREER, 
NO COMPRENDERÉ JAMÁS”
SAN ANSELMO

Por: Daniel Jara Jhayya 
(estudiante de teología, del Seminario Sudamericano. Quito - Ecuador)
 
Cuenta una antigua anécdota universitaria que ante la exposición de Rudolph Bulttman acerca de la no resurrección de Jesús, un alumno de manera exasperada arguyó: “Profesor, ¿Cómo puede usted creer en Cristo si dice que no resucitó?, ¿Qué tipo de fe tiene usted?” a lo que Bulttman sabiamente respondió: “¿Quién de nosotros tiene más fe?, ¿Tú que crees, porque dices saber que es cierta la resurrección, o yo que a pesar de saber que no es cierta, la creo?

La fe, uno de los bienes más preciados de la Iglesia; durante años ha sido defendida como una certeza que no responde a razones, que no tiene porqué ser lógica ya que pertenece al ámbito de las convicciones. Ante lo cual muchas preguntas asaltan mi cabeza: ¿Si creemos que nuestras convicciones son ciertas, porqué no estamos dispuestos a ponerlas bajo el lente de la duda?, ¿Acaso consideramos tan frágiles nuestras verdades que tenemos miedo? Es decir: ¿Miedo a que sean desmanteladas?, pues en ese caso no creemos en lo que decimos creer.

La fe es aquello, una creencia que no puede ser comprobada, un paso que va más allá de nuestra comprensión, mas lo damos por confianza. Tan mendigo de respuestas es aquel que primero cree y luego comprende, que aquel que comprende y luego cree, el uno es un mendigo confiado, el segundo: un mendigo optimista.

¿Si no empiezo por creer, no comprenderé jamás? Es posible, pero es equivalente no creer, que materializar nuestra fe. Creer solamente porque estamos seguros que algo existe, se llama “Saber” y a fin de cuentas, no fuimos llamados a saber sobre Dios, sino a creer en Él.

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