jueves, 13 de mayo de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿TIENES QUE VER PARA CREER?


La visión física es uno de los sentidos más vulnerables y sensibles con que contamos, pues nos puede parecer “ver” cosas que en realidad no son o son de diferente forma o naturaleza; pero la visión espiritual nunca falla, pues cuando Dios nos permite ver su voluntad poderosa, grandes milagros ocurren en nuestras vidas; poner en práctica esa visión requiere fe, para no ser como el apóstol Tomás y creer sin necesidad de ver en lo físico, las promesas que el Padre tiene para nosotros. Una de ellas se cita en el pasaje inicial del texto de hoy, aferrémonos a ella, amemos a Dios y seguro se harán realidad cosas que ojo no vio ni oído escuchó.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Tienes que ver para creer? 


1 Corintios 2:9
"Cosas que ojo no vio, ni oído no oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman."


La secuencia normal en el ser humano es ver primero y creer después. Por regla general actuamos de esta manera aún inconscientemente. En el mundo espiritual es exactamente lo opuesto. Es necesario creer primero para entonces ver las cosas que Dios tiene preparadas para nosotros. Estar convencidos de la existencia de algo que no vemos, de algo que además parece imposible desde el punto de vista humano, se llama fe. "La fe es certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve", dice la Biblia en Hebreos 11:1. 


Que el universo haya sido creado de la nada es algo inexplicable. Pero creemos que fue formado así por la palabra de Dios, porque la Biblia lo dice. Noé mostró su fe al construir el arca en tierra firme, cuando nada indicaba que un diluvio iba a sumergir al mundo. Creyó a Dios y luego pudo ver el cumplimiento de su divina palabra. "Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac..." (Hebreos 11:17). Él confiaba que Dios tenía el poder para resucitarlo de los muertos. Nunca había visto algo semejante, pero creyó en la promesa de Dios cuando éste le dijo: "En Isaac te será llamada descendencia." En un momento tan crítico de su vida, Abraham recordó las palabras de Dios, y creyéndolas de corazón estuvo dispuesto a matar a su hijo, porque él vio algo que humanamente era imposible ver. La verdadera fe nunca limita el poder de Dios y su inclinación a hacernos bien.


El capítulo 11 del libro de Hebreos nos muestra una relación de hombres y mujeres, a través de todas las épocas pasadas, que se destacaron en la vida por su fe inquebrantable. Nos dice por ejemplo: “Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.” De igual manera Moisés, el gran líder del pueblo israelita, fue usado por Dios para llevar a cabo hazañas extraordinarias “porque se sostuvo como viendo al Invisible”, dice Hebreos 11:27.


La Biblia nos asegura que "cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." (1 Juan 3:2), y que Jesucristo "transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya." (Filipenses 3:21). A medida que caminamos en este mundo, nuestra vista espiritual debe desarrollarse al punto de ver esas cosas preciosas que Dios ha preparado para nosotros. 


Tomás se negó a creer cuando los demás discípulos le dijeron que habían visto al Señor resucitado. Ocho días después, cuando vio a Jesús, entonces creyó. Por eso Jesús le dijo: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron." (Juan 20:29). Nosotros somos bienaventurados porque sin ver hemos creído en Jesucristo como nuestro Salvador. Esforcémonos en relacionarnos con él de una manera cada vez más íntima, y nuestra fe crecerá, y podremos ver cosas espirituales que hoy no vemos.


ORACION: Amante Padre celestial, yo anhelo ver las cosas que tú tienes preparadas para mí. Abre mis ojos espirituales de manera que yo pueda andar por fe, y no por lo que mis ojos físicos pueden ver. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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