sábado, 1 de mayo de 2010

SERMÓN DOMINICAL: DIOS QUIERE CENAR CONTIGO


Iglesia "Cristo en Casa"
Gabriel y Fabiola Gil, Pastores


DIOS QUIERE CENAR CONTIGO
Sermón del domingo 02 de mayo del 2010
Por, Gabriel Gil Arancibia, Pastor Principal.
Licenciado en Teología. Profesor, escritor y conferencista


Texto de estudio. Lucas 14:15-24

Versión Reina Valera 1960:
“(15) Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan el reino de Dios. (16) Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. (17) Y  a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. (18) Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te reuego que me excuses (19) Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. (20) Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. (21) Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. (22) Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. (23) Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. (24) Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

Versión Palabra de Dios Para Todos (PDT):
“(15) Cuando uno de los que estaba comiendo con él escuchó esto, dijo: Afortunado el que participe en la cena en el reino de Dios. (16) Entonces Jesús le dijo: Un hombre estaba preparando una gran cena e invitó a mucha gente. (17) Cuando llegó la hora de la cena mandó a un siervo a decirles a los invitados: “¡Vengan que todo está listo!” (18) Pero uno tras otro, todos empezaron a inventar excusas. El primero dijo: “Compré unas tierras y ahora debo ir a revisarlas. Por favor discúlpame. (19) Otro dijo: “Compré cinco yuntas de bueyes y ahora debo ir a probarlos. Por favor discúlpame. (20) Otro dijo también: “Me acabo de casar y no puedo ir”. (21) Cuando el siervo regresó, le contó a su patrón lo que le habían dicho. El patrón se enojó mucho y le dijo: “¡Ve rápido a las calles y los callejones de la ciudad y trae a la cena a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos!”. (22) Después el siervo le dijo: “Patrón, he hecho lo que me has ordenado y todavía hay espacio para más gente”. (23) Entonces le dijo al siervo: “Ve a los caminos y veredas, y has venir a toda la gente para que se llene mi casa. (24) Porque te digo que ninguno de los que habían sido invitados probará mi cena”.


INTRODUCCIÓN.
El presente sermón se constituirá de dos partes. La primera consiste en una explicación histórica-exegética; es decir, se explicará lo que el autor del pasaje (Jesús) quiso decir cuando esta enseñanza  fue pronunciada hace dos mil años atrás. La segunda parte del sermón es una explicación  hermenéutica-contextual del pasaje; es decir, una interpretación del texto para el día de hoy. En otras palabras, el sermón consta de una interpretación exegética y una hermenéutica. La última estará a cargo de cada uno de los oyentes.


CUERPO O CONTENIDO.

1. Explicación Histórica-exegética.
El pasaje en cuestión se desarrolla alrededor de una mesa, en una comida que uno de los líderes fariseos había organizado para Jesús (Lucas 14:1).

Versículo 15. Fue después de enseñar acerca sobre el principio de las motivaciones desinteresadas y las obras de bondad (Lucas 14:7-14) cuando uno de los invitados pronunció una bendición típica de los judíos de ese tiempo: “Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios” (14:15 RV1960), ó también, “ Afortunado el que participe en la cena en el reino de Dios” (14:15 PDT). Pero, ¿qué quería decir esta bendición? ¿A qué hacía alusión? La persona que enuncia la bendición está pensando en el futuro “banquete mesiánico” en tiempos de la consumación. Resulta que los judíos tenían una doctrina que enseñaba que al final de los tiempos, cuando el mundo fuera juzgado por Jahvé, los justos y sólo los que habían sido perfectos en vida tendrían derecho a participar de una gran cena que Jehová prepararía en honor del Mesías. Esto es el “banquete mesiánico”.

Pero Jesús, en la parábola, o sea, en el transcurso del relato (14:21-23), enseña que este banquete mesiánico no es algo futuro, sino presente. Para él, los pobres, desventurados y humildes ya están disfrutando de la cena de Dios, ¿cómo? Cristo es el Mesías, y su mensaje de salvación, el banquete, es anunciado no sólo para los perfectos, sino también para los despojos de la sociedad (Mateo 22:1-14). De ahí que algunos teólogos llaman a Jesús “el ya, pero todavía no”.

Versículos 16-17. Jesús utiliza la bendición del invitado para relatar una parábola o cuento. En estos versos el señor de la cena, envió a su criado a decir a los convidados que “ya todo estaba listo”. Las reglas exigían que un buen anfitrión debía enviar con varias semanas de anticipación (a veces meses) a su mayordomo principal (no cualquier siervo, sino el más cercano/fiel al patrón) a invitar a sus amigos y/ó familiares a una cena. Los invitados debían confirmar la invitación en ese mismo instante. Posteriormente, el día de la cena el anfitrión enviaba nuevamente a su mayordomo a traer a los invitados en su propio carruaje, para que sus convidados nisiquiera tuviesen que molestarse en conducir o utilizar sus siervos y carros. Esto lo vemos claramente en los versículos estudiados. En el verso 16 el señor envió a su siervo con anticipación; mientras que en el verso 17  lo envió a buscar a los invitados para cenar con ellos. En síntesis: ¡Excelente anfitrión!.

Versículos 18-24. Estos versículos nos enseñan que Israel en primera instancia aceptó la invitación de Dios dada por los profetas del Antiguo Testamento para recibir el reino de Dios. El arribo de Jesús señala la llegada del reino, pero al rechazarlo, la nación judía está declinando la oferta de la gracia de Dios (Juan 1:11 dice: “Vino al mundo que le pertenecía, pero su propia gente no lo aceptó”). Sin embargo, el propósito divino no será frustrado, por lo que Dios envía su amable invitación a los gentiles (“Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos[1]”. Lucas 14: 21).


2. Interpretación Hermenéutica-contextual.
La versión PDT de Lucas 14:18 dice que “Uno tras otro, todos empezaron a inventar excusas”. Es decir, a pesar que habían aceptado la invitación a la cena, a pesar de saber que el que los invitaba era un personaje importante del pueblo y que incluso tenían carruajes a su disposición para ir, los convidados se dieron el lujo de rechazar la invitación.

La primera excusa: “Compré unas tierras y ahora debo ir a revisarlas. Por favor discúlpame”. Hace alusión a las riquezas, las propiedades, posesiones materiales que de no ponerlas en la perspectiva correcta, pueden convertirse en un obstáculo para servir a Dios. Aquí las “tierras” bien pueden ser “casa”, “carro”, “carrera profesional”, “empresas”, “negocios”, “estudios”, etc.

La segunda excusa: “Compré cinco yuntas de bueyes y ahora debo ir a probarlos. Por favor discúlpame”. Hace alusión al trabajo compulsivo, es decir, esa adicción característica del hombre/mujer posmoderno de encerrarse en su trabajo, en su mundo de compromisos y actividades que producen en él o ella una vida acelerada y sin disfrute. Dios por supuesto no tiene cabida en este tipo de personas porque sus “agendas repletas no se lo permiten”. Aquí no sólo sufre el individuo, sino también su familia.

La tercera excusa: “Me acabo de casar y no puedo ir”. La ley judía eximía al varón recién casado de compromisos militares y civiles. Pero no lo eximía de compromisos sociales, por lo que esta persona manipula una ley para sus propios intereses. Hace alusión por tanto a la familia, sea cónyuge y/ó hijos como prioridades en su vida espiritual. Es decir, este tipo de personas pondrán a sus seres queridos antes que a Dios y esto, como ya sabemos, no es correcto. Cristo dijo: “Si alguien viene a mí pero pone en primer lugar a su papá, a su mamá, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, no puede ser mi seguidor. El que me siga tiene que entregar hasta su propia vida” (Lucas 14:26). Notamos también que este invitado ni siquiera pidió disculpas al anfitrión.


CONCLUSIÓN.
Dios quiere cenar contigo, Dios quiere tener una relación íntima contigo, una relación personal, no una relación a distancia, una verdadera. A este tipo de relación se la conoce como “comunión”. En toda la Biblia se nos muestra a un Dios que nos busca, nos llama, nos invita. En el Génesis, cuando Adán y Eva habían pecado fue Dios el que tomó la iniciativa de salir al huerto y preguntar: “¿Dónde estás tú? (Génesis 3:9). Y en el último libro de la Biblia encontramos al mismo Dios invitándonos a cenar con Él: “Mira, aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo”.


APLICACIÓN.
Cada uno de los asistentes tomará una copa de vino, un trozo de pan y se irá a un lugar de la casa. En profundo respeto, silencio y meditación, aplicará el sermón de hoy a su vida personal. Cada uno se preguntará,  ¿Es Dios la prioridad en mi vida? ¿He rechazado a Dios últimamente con excusas de todo tipo? ¿He dicho a Dios, te serviré pero todavía no? Luego de un tiempo de reflexión “cenará con Dios”; es decir, comerá el pan en primer lugar y luego la copa, pero al momento de hacerlo le dirá a Dios con sus propias palabras: “Ayúdame a no rechazarte, ayúdame a aceptar tus amorosas invitaciones, ayúdame a tener comunión contigo. Señor, ¡Quiero cenar contigo!





[1]    Los cojos, ciegos y mancos estaban excluídos del templo, no podían entrar porque se los consideraba “despreciados por Dios” y por tanto, malditos. Eran el despojo de la sociedad israelita.

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