jueves, 17 de junio de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿QUIERES MADURAR ESPIRITUALMENTE?


La madurez espiritual como la física o emocional, no es una cumbre o meta específica sino más bien un camino, una senda que puede tener subidas y bajadas, pero que siempre nos permite generar mejores actitudes, hábitos, comportamientos, acciones, las cuales sumadas, nos llevan a ser esa nueva criatura de la que habla la Biblia; el caminar con Cristo no es una meta en sí mismo sino un proceso de obediencia que se incrementa en la medida en que lo buscamos deliberadamente para saber su voluntad, de ese madurar nos habla el texto de hoy.

Saludos y bendiciones

José Luis
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¿Quieres Madurar Espiritualmente? 

Efesios 4:10-15

“El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.”
 


Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador nacemos de nuevo espiritualmente, somos nuevas criaturas, dice 2 Corintios 5:17. Entonces el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y en este momento comienza el proceso de crecimiento espiritual o santificación. Este es un proceso dirigido por el Espíritu Santo, pero requiere nuestra activa participación. El fin de este proceso es “perfeccionar a los santos.” Sabemos que mientras estemos en este mundo no llegaremos nunca a ser perfectos, así es que en este pasaje la perfección significa más bien “madurez espiritual”. El hombre “perfecto” o “maduro espiritualmente” es aquel que cumple el propósito para el que Dios lo ha creado. Y esto será posible solamente cuando lleguemos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”


¿Por qué quiere Dios que maduremos? Para usarnos “para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”, dice el pasaje de hoy. Dios quiere que seamos sus instrumentos para llevar a cabo sus propósitos. Para ello es necesario que dejemos de ser “niños fluctuantes.” En el aspecto físico dejamos de ser niños cuando crecemos al pasar los años. Nos convertimos en adolescentes y después en personas adultas. De igual manera en el aspecto espiritual existe un proceso de crecimiento, pero la diferencia estriba en que en este, nosotros podemos ejercer una mayor influencia. Primeramente tenemos que desear crecer espiritualmente y entender que es necesario seguir las instrucciones de la palabra de Dios, de manera que“siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.”


¿Qué tenemos que hacer? Fundamentalmente tenemos que leer la Biblia diariamente, escudriñarla y meditar en ella, pues esta poderosa palabra es el alimento para nuestros espíritus. El autor de la Epístola a los Hebreos lo explica de la siguiente manera:“Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez.” (Hebreos 5:13-14). El “niño espiritual” que se conforma con tomar leche, o sea con escuchar lo que le dicen acerca de Dios, no crece. Su conocimiento es superficial, y sus actitudes y comportamiento fluctúan, es decir varían de acuerdo a las circunstancias. Sin embargo aquel que desea crecer busca “el alimento sólido”, es decir la palabra de Dios, por medio de la cual puede llegar a conocer profundamente al Señor, y sus planes y propósitos para su vida.


La única manera de crecer o madurar espiritualmente es por medio de la lectura de la Biblia y la oración diariamente. ¡No existe otra! La palabra de Dios es la “espada del Espíritu” (Efesios 6:17), y la oración es el medio por el cual el Espíritu Santo nos da el discernimiento necesario para entender esta palabra y nos capacita para aplicarla a nuestra vida. Cuando hacemos de esto un hábito diario, poco a poco iremos experimentando cambios en nuestro comportamiento, en nuestras reacciones ante las circunstancias, en nuestra actitud hacia los demás y se hará evidente la paz y el gozo de Dios en nuestros corazones, aun en situaciones difíciles que antes nos afectaban profundamente. Esta es la madurez espiritual. 


ORACION: Padre mío, te ruego me ayudes a crecer espiritualmente. Dame fuerzas para dejar todo aquello que impide ese crecimiento y a concentrarme en crecer en el conocimiento de tu palabra, en el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

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