viernes, 2 de julio de 2010

SERMÓN DEL DOMINGO: ESPIRITUALIDAD Y TRANSFORMACIÓN


ESPIRITUALIDAD Y TRANSFORMACIÓN
Por, Gabriel Gil Arancibia, Pastor Principal iglesia “Cristo en Casa” http://cristoencasa.blogspot.com
Máster en Teología, Profesor, escritor y conferencista

Los cristianos de todos los tiempos -los cristianos verdaderos-, se han caracterizado por dos cosas fundamentales: Su espiritualidad y su constante transformación hacia un estilo de vida mejor.

INTRODUCCIÓN.

Entendamos estos dos conceptos, “espiritualidad” y “transformación”.

1. Espiritualidad: Este término viene del vocablo “espiritualidad” que significa: “Dicho de una persona muy sensible y poco interesada por lo material”[1]. Pero esta definición es muy pobre, o al menos no nos dice nada respecto a lo que nos interesa en este sermón. Entonces, debemos entender que hay diferentes definiciones de espiritualidad. Existe la espiritualidad musulmana, la espiritualidad judía, la espiritualidad budista, la espiritualidad secular, entre otras. Definamos pues la que nos interesa, la espiritualidad cristiana: “Es la manifestación externa de mi relación íntima con Dios, conmigo mismo y con mis semejante a través de la práctica de las disciplinas espirituales como son el ejercicio del amor, el servicio, la misericordia, la oración, lectura de la Biblia y su aplicación, el congregarse en alguna iglesia, etc.”[2]

2. Transformación: Esta palabra viene de verbo “transformar” y éste del latín transformare, que significa “Hacer cambiar de forma a alguien o algo”[3]. El sentido de transformación se encuentra presente a lo largo de todo el ministerio de Cristo, de hecho la palabra “evangelio” del griego euangelious, significa “un mensaje que transforma y hace feliz”[4].

Fusión de ambos conceptos: Los cristianos estamos llamados a transformarnos todos los días, transformar nuestros pensamientos, palabras y actos por el poder de Dios y así transformar a otros con el mensaje del evangelio, de esta manera, entre más nos transformemos a la imagen de Cristo (imago Cristi), más espirituales seremos.

DESARROLLO DEL TEMA.

1. Transformemos nuestra Mente en Pensamientos Espirituales.
Hay un viejo dicho popular que dice: “Eres lo que piensas”. ¿Qué tan verdad es esto? Los investigadores del comportamiento humano indican que una persona promedio sostiene un diálogo interno consigo misma unas 5.000 veces por día. Y el 85 % de este diálogo es negativo, ejemplo: “No debí decir esto; creo que mi conferencia no está gustando; que feo soy, jamás se fijará en mí; este vestido me hace lucir gorda; creo que no le simpatizo al grupo; jamás me darán el aumento de sueldo; nunca podré pagar esa deuda; que tonto fuí, etc”.

La neurociencia nos indica que los pensamientos tienen un potente efecto sobre nosotros. Tanto los pensamientos positivos como los negativos afectan nuestra vida, para bien o para mal respectivamente. James Allen, autor de “según piensa un hombre” dijo: “Un hombre es literalmente lo que piensa”. Así entonces si yo decido pensar que soy tonto, que no sirvo, que soy un inútil, eso es justamente lo que pasará conmigo. En cambio, si pienso que soy inteligente, soy capaz y que puedo salir adelante, eso es lo que tarde o temprano pasará. Los pensamientos afectan mi estado interno y se reflejarán en mi conducta externa.

Algunos ejemplos prácticos: Los pensamientos negativos nos hacen tartamudear, derramar las cosas, transpirar más de la cuenta, respirar agitadamente, sentir miedo, nos paralizan y hasta pueden matarnos.

Los pensamientos positivos en cambio nos motivan, nos dan fuerza interna y externa, nos estimulan a seguir adelante, nos dan esperanza, nos empujan a sobrevir, etc.

Pero, ¿qué dice la Biblia respecto a esto? Si bien en la Biblia no encontramos términos modernos como liderazgo, gerencia del pensamiento, inteligencia emocional, neurociencia del comportamiento, etc. En sus páginas sí encontramos consejos sobre qué pensar: “En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso” (Filipenses 4:8)[5].

El apóstol Pablo nos enseña que aún nuestros pensamientos deben ser sometidos a la voluntad de Dios, y que debemos procurar pensar en cosas buenas, positivas y productivas. ¿Por qué diría esto? Los pensamientos positivos, es decir espirituales, nos ayudan a avanzar en la vida, a transformarnos y transformar nuestro entorno. ¿Por qué invertir tiempo en pensamientos que destruyen, que nos frustran y que detienen nuestro progreso? Aprendamos pues a transformar nuestros pensamientos en pensamientos espirituales (Proverbios 27:19, Proverbios 4:23, Romanos 12:2).

2. Transformemos nuestra Lengua en Palabras Espirituales.
Debemos señalar que pensamientos y palabras están conectados. Leamos lo que dice la Biblia al respecto: “El que es bueno lo es en su corazón y habla lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su corazón y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en el corazón” (Lucas 6:45). El término corazón se debe entender aquí como “mente, ó lugar donde radican los pensamientos”. Así entonces, una buena traducción quedaría así: “Las palabras que salen de tu boca revelan lo que hay en tus pensamientos”. De ahí la importancia de llenar nuestra mente con pensamientos positivos, productivos y felices (Filipenses 4:8[6]).
En el libro de Santiago leemos: “Con un pequeño timón los pilotos obligan a grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aún en medio de fuertes vientos. De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de grandes cosas” (Santiago 3:4-5a).

El contexto de este pasaje es una exhortación del apóstol a cuidar nuestra lengua. ¿Por qué diría esto? (Leer todo el pasaje en 3:1-12). Santiago nos da la clave en el verso 4: Así como un pequeño timón puede dirigir una embarcación en medio del mar, incluso atravesando una tormenta; así también nuestras palabras (la lengua), tienen el poder de direccionar nuestra vida hacia la vida; es decir el éxito, o la muerte; es decir el fracaso. A esto mismo se refiere Salomón cuando dijo: “Lo que uno habla determina la vida y la muerte…” (Proverbios 18:21).

Pero, ¿cómo mis palabras podrían conducirme al éxito o al fracaso? La respuesta la encontramos en la neurociencia. Esta disciplina informa que en el cerebro radica una parte llamada “el centro del habla”. En dicho lugar los pensamientos son procesados por el cerebro y expresados hacia el exterior por medio de palabras. Los pensamientos y palabras -indican los expertos en esta ciencia-, están muy relacionados entre sí, son inseparables.

Estos médicos sostienen que las palabras tienen un tremendo efecto sobre el cuerpo humano. Ellos afirman que una persona podría mantenerse sana y feliz si tan solo aprendiera a controlar sus palabras y pronunciar aquellas que lo conduzcan hacia un estado de suprema felicicidad. ¡Increíble! Esto lo afirma la ciencia médica, pero ya el apóstol Santiago nos enseñaba esto miles de años atrás.

Ejemplo: si una persona constantemente está diciendo que se siente enferma, es lógico, dicen estos expertos, que el organismo se predispone a enfermarse. Esto es muy común con resfríos o gripes, pero se ha sabido casos más graves como cancer o alguna otra enfermedad mortal. Otro ejemplo lo encontramos en la siquiatría. Algunos siquiatras han llegado a sostener que una persona que constantemente está hablando cosas negativas, destructivas, nocivas, terminará por convencerse que la vida es negativa, destructive y nociva.

Los cristianos estamos llamados a transformar, cambiar nuestra manera de hablar. No seamos negativos, más bien hablemos bendiciones y declaremos en fe por medio de nuestras palabras, que hemos sido creados por Dios para triunfar, para ser vencedores, para conquistar todo aquello que nos propongamos. De seguro, al hacer esto, seremos cristianos más espirituales (Proverbios 4:24, 6:16-17, 10:10-11, 10:19-21, 10:31-32, 11:12, 12:6, 12:18, 13:3, 18:20-21, 20:15, 25:11; Efesios 4:29).

3. Transformemos nuestros Actos en un Estilo de Vida Espiritual.
Las personas del siglo XXI han perdido la capacidad de creer en la palabra de otras personas. ¿La razón?, “se dice mucho, pero se hace poco”. Hay un dicho en mi país (Chile) que dice: “Padre Gatica, predica pero no practica”. Lo mismo podría ser, “Pastor Gatica, predica pero no practica”. Otro dicho popular de mi tierra es éste: “Capitán Araya, todos van pero él se queda en la playa”[7]. En Ecuador se escucha este dicho: “Muchas cáscaras, pero pocas nueces”, o también, “Una cosa es cacarear y otra poner un huevo”. En Guatemala encontramos el siguiente dicho: “Muchos truenos, pero poca lluvia”. En la costa de Colombia se escucha este refrán: “Mucho tilín-tilín y nada de paletas”. Y así podríamos seguir nombrando cientos de dichos populares que acusan la falta de coherencia entre el discurso hablado y los actos.

Hermenéutica Práctica.
La hermenéutica es la ciencia bíblica de interpretar pasajes escriturales y aplicarlos a la vida diaria. Cada uno de nosotros somos hermeneutas en potencia, aunque debemos procurar ser guiados por maestros y pastores experimentados. Así entonces, ¿Cómo interpretamos los siguientes versículos para nuestras vidas?

1.   Mateo 5:37, “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea “no”. Cualquier cosa de más proviene del maligno”.

2.   Mateo 7:20, “Por sus frutos los conocerán”.

3.   Santiago 1:22, “Pero no es suficiente con solo oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo, llevarlo a la práctica. Si solo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí mismos”.

4.   Santiago 2:24, “Como puedes ver, Dios aprueba a un hombre no solamente por la fe que tenga, sino también por lo que haga”.

La gran lección que en conjunto nos entregan estos versículos bíblicos es ésta: “Los cristianos/as debemos caracterizarnos por ser personas de palabra y hechos; es decir, que nuestra vida (actos), esté acorde con nuestras palabras (predicación). Sólo así podremos impactar con el Evangelio a quienes nos rodean”[8].

Se cuenta la historia del Santo Agustín de Hipona (354 – 430 d.C.), quien tenía un grupo de discípulos a quienes enseñaba las verdades del cristianismo. Salió un día con ellos a un pueblo cercano, la misión era anunciar el evangelio a esas personas. Ya cerca del pueblo el Santo les da una orden a sus seguidores: “Vayan y predíquenles, y si es necesario utilicen palabras”.

CONCLUSIÓN.
La iglesia del siglo XXI debe caracterizarse por estar compuesta de hombres y mujeres espirituales, con una íntima relación con Dios, consigo mismo y amante de los demás. Por otra parte, la iglesia debe aprender un lenguaje positivo, productivo y pertinente; esto permitirá a sus integrantes ser transformados por el poder de Dios y comprometerse a transformar su entorno por medio del ejemplo práctico de una vida entregada a Dios.


[1] Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 22ª Edición, Tomo 5, página 664-665.
[2] Clases de “Espiritualidad Cristiana”. Seminario Sudamericano, 2007.
[3] Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 22ª Edición, Tomo 10, página 1501.
[4] Yattenciy Bonilla, exégeta bíblico, Doctor en Ciencias Bíblicas; Profesor del SEMISUD y escritor/conferencista internacional.
[5] Santa Biblia, cartas paulinas a los filipenses, Versión Palabra de Dios para Todos (PDT).
[6] En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso (Filipenses 4:8. Versión PDT).
[7] Tanto “Gatica” como “Araya” son apellidos comunes en Chile, lugar donde estos dichos son bastante conocidos. Tanto el uno como el otro dicho se refieren a quellas personas que son “pura boca, pero nada de obras”.
[8] Gil, Gabriel. El Lenguaje del Espíritu – Tus Actos. Serie de estudios bíblicos en las iglesia en casas de CRISTO EN CASA, año 2010.

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