lunes, 30 de agosto de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿DEJAS TÚ QUE DIOS TE MOLDEE?


Nuestras capacidades intelectuales, de razonamiento, de lógica o sentido común, pueden en determinado momento constituirse en nuestros peores enemigos al obligarnos a racionalizar todas las cosas que suceden a nuestro alrededor, para buscar una justificación para no escuchar la voz o enseñanzas de Dios, miremos en lo profundo de nuestro corazón para determinar si nuestra vida está guiada por este sentimiento o por un genuino deseo de hacer lo que Dios quiere y nos enseña en su palabra, busquemos en oración la dirección del Padre, que cuando él cierra puertas, no necesariamente es para que cambiemos de dirección o de actividad, sino para que hagamos lo que mejor sabemos de la mejor manera posible, que es la que él conoce. Buen fin de semana.

Saludos y bendiciones

José Luis
----------------------
¿Dejas tú que Dios te moldee? 

Jeremías 18:1-6


“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.”

La mayoría de los niños se divierten jugando con barro. Para ellos es muy divertido moldear con sus manos alguna figura, y luego, con orgullo, enseñar su “obra de arte”. Ciertamente es divertido tomar un pedazo de lodo, amasarlo, prensarlo y darle la forma que uno quiere de acuerdo a la creatividad de cada cual. Y si el resultado no es el esperado, tratar de nuevo no es nada difícil. Y así una y otra vez hasta que el producto final satisfaga al creador del mismo. De la misma manera, el alfarero del cual nos habla el pasaje de hoy, maniobraba con el barro con el fin de hacer vasijas para venderlas. Y si alguna vasija se echaba a perder, él hacía otra vasija, “según le parecía mejor hacerla.” 


Dios mandó a Jeremías a casa del alfarero con el fin de revelarle una profunda enseñanza en relación al pueblo de Israel, y sus planes para con este pueblo. En el taller del alfarero que hace y rehace sus vasijas, Jeremías descubre el anhelo de Dios de modelar y remodelar a su pueblo conforme a sus designios. Más adelante, en los versículos 7 al 10, se afirma claramente que el plan divino no se limita al pueblo de Israel sino que se extiende a todas las naciones. Todos los que hemos aceptado a Jesucristo como salvador somos ahora el pueblo de Dios, y formamos parte de los planes de nuestro Creador.


Dios quiere que nuestras vidas sean como el barro en sus manos. Su deseo es moldearnos de manera que lleguemos a ser conformes a la imagen de su Hijo, dice Romanos 8:29. Pero a diferencia del barro que es moldeado por las manos del alfarero sin presentar resistencia alguna en el proceso, 
nosotros tenemos la capacidad de decidir si permitimos que el procedimiento se lleve a cabo o no. Esto, generalmente, resulta en obstáculos para que los planes de Dios se lleven a cabo, lo cual es sumamente lamentable ya que el propósito del Señor en nuestras vidas es llenarnos de su paz, de su gozo, de su amor y de sus bendiciones aun en medio de las pruebas y dificultades por las que tendremos que pasar. 

Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.” Este es un clamor del remanente del pueblo de Israel en el cautiverio. En medio de tanto sufrimiento, finalmente confiesan su culpabilidad, comparan sus obras a“trapos de inmundicia”, y se arrepienten de su rebeldía. Entonces proclaman su condición de barro, obra de las manos de Dios: "Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre, nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, somos todos nosotros." (v.8). El primer paso que debe dar un creyente que desea crecer espiritualmente es desear ser como el barro en las manos de Dios, y proponerse actuar como tal, sin poner resistencia a la acción transformadora del Espíritu Santo que se está llevando a cabo en su vida. 


Al examinar tu vida, ¿puedes decir sinceramente que eres como barro en las manos de Dios? ¿Es la obediencia un elemento fundamental en tu comportamiento? Si has contestado positivamente estas preguntas, ¡Gloria a Dios! Este es el carácter que Dios desea ver en sus hijos. Si por el contrario, reconoces que puedes mejorar en esta área, hazte el propósito de ser como el barro en las manos de Dios, ríndete a él y él hará maravillas en tu vida.


ORACION: Padre celestial, me postro ante tu trono para rogarte que me moldees conforme a los planes que tú tienes para mí. Ayúdame a ser dócil y maleable, como el barro, para que puedas llevar a cabo tu obra en mí sin que yo sea un obstáculo. En el nombre de Jesús, Amén.



Fuente: http://www.diostehabla.com/diaria.php

No hay comentarios: