martes, 14 de septiembre de 2010

REFLEXIONES SEMANALES: ¿CREES TÚ QUE ERES MUY "BUENO"?

Para empezar la semana el texto de hoy nos propone meditar sobre la gracia de Dios, no es que nos acercamos a Dios porque somos buenos sino que el buen Dios se acerca a nosotros, esto nos lleva a pensar en que nuestras obras y lo que podamos hacer a los ojos del Padre no significan mayor cosa, hay un solo camino CRISTO.
 
Saludos y bendiciones
 
José Luis
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¿Crees tú que eres muy “bueno”?

Mateo 19:16-26
“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”


El pasaje de hoy de hoy describe a un hombre muy parecido a los que tenemos a nuestro alrededor. Tradicionalmente lo conocemos como "el joven rico". Es probable que tú lo conozcas como "un compañero de trabajo", o como “un vecino”; tal vez como un "amigo". Sin duda la historia de este joven rico es muy común hoy en día. Este hombre nos muestra uno de los errores más frecuentes de la humanidad en el aspecto espiritual: él pensó que se podía ganar la salvación. Se acercó a Jesús para preguntarle: “¿qué bien haré para tener la vida eterna?” Es decir, él quería saber qué obras buenas tenía que llevar a cabo para obtener la salvación de su alma. Quería poner la "salvación" en su lista de "cosas que hacer" para hacerlas como una más de ellas.

Todo parece indicar que el joven era una persona decente que, según él, guardaba los mandamientos. Pero Jesús vio más allá de sus buenas intenciones y fue directo al corazón para ver su condición. Fue a lo más profundo, pasando por alto todas las “buenas cualidades” que había en él y simplemente le dijo: “vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” Sin embargo, el joven no estuvo dispuesto a hacerlo porque amaba mucho sus riquezas.

Piensa por un momento en esta situación. Este hombre está interesado en tener la vida eterna. Se acerca a la persona más indicada para hacerle la pregunta. Y cuando Jesús, conociendo el corazón del joven, le toca el punto de sus posesiones, ¿cómo reacciona? Vuelve la espalda y se retira triste, habiendo perdido la oportunidad de su vida de obtener la salvación de su alma, simplemente porque para él sus riquezas estaban en primer lugar. ¿Estaba acaso Jesús diciendo que todos los que quieran tener la vida eterna deben deshacerse de sus propiedades? Por supuesto que no. Solamente estaba enfatizando en un concepto que hoy en día todavía está muy vigente, y es que Dios tiene que ser más importante en tu vida que todas las otras cosas a las que tú das valor. El joven rico había hecho cosas buenas, pero eso no era suficiente.

La Biblia dice en Efesios 2:8, 9: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Somos salvos por gracia. Gracia es un regalo. La gracia de Dios se manifiesta cuando él nos da lo que no merecemos, en este caso la salvación. No por obras, dice este versículo, para que nadie se gloríe. O sea, nuestra entrada al cielo no depende de las buenas obras que hagamos. Nosotros no podemos “ganarnos” la salvación. Por eso Dios proveyó para ello por medio del sacrificio de su Hijo. Así que, cuando los discípulos preguntaron a Jesús, después que el joven rico se retiró, “¿quién, pues, podrá ser salvo?”, el Señor les contestó: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”

Recuerda: no hacemos buenas obras para ser salvos, somos salvos para hacer buenas obras para la gloria de Dios. No somos buenos para ser salvos; es exactamente lo opuesto: somos salvos con el fin de ser buenos.

ORACION: Padre santo, gracias por haber provisto para nuestra salvación por medio del sacrificio de Cristo. Reconozco mi incapacidad para salvarme a mí mismo por mis propios esfuerzos, y me entrego a ti, confesando mis pecados y aceptando a Jesucristo como mi Salvador y mi Señor. Amén.

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